RanmaX (I: Los juegos de Akane).


Es Julio y en Japón las calles se inundan del sonido de las cigarras. Un calor húmedo, plomizo invade la noche. En el dojo de los Tendo, Akane Tendo intenta conciliar el sueño. Su sudor empapa las sabanas, y en vano trata de encontrar una postura que la libre del terrible calor. Gira a izquierda y a derecha, retira las sabanas empapadas que la cubren, pero todo es en vano. Además, hoy especialmente desea dormir y descansar profundamente, pues al día siguiente tendrá que pelear, una vez mas, por su honor y el de su familia. Y por Ranma... Ranma, ese tonto... En sus momentos más débiles Akane no puede evitar quererle. Quizá a él le pase lo mismo. Son tan pocos esos momentos...

El calor la hace abandonar su pudor y lentamente se levanta y se dirige a la puerta, que cierra con pestillo. Una vez hecho esto, abre la ventana de su habitación completamente y, retirando las sabanas de la cama, comienza a quitarse el pijama. Primero la parte de arriba, con su estampado de ositos rosas. No lleva sujetador y sus pechos parecen mas blancos que nunca a la luz de los rayos de luna que entran por la ventana. Ha crecido mucho en estos últimos años, y aunque sus pechos no comparten el tamaño o la exuberancia de los atributos de Shampoo o Ranma cuando es chica, son igualmente adorables, coronados por unos pezones puntiagudos y pequeñitos. Distraída, se despoja del pantalón del pijama y se avergüenza un poco de sus braguitas blancas, infantiles. Poco a poco estas también son retiradas. La levisima brisa nocturna acaricia su cuerpo desnudo y lentamente vuelve a la cama, turbada por pensamientos que no se permitirá en otras horas del día. El roce de la cubierta de la cama, húmeda del sudor, y su culo ahora liberado de sus ataduras la estremece levemente. Gira en la cama hasta que está tumbada sobre su pecho y nota sus tetas sudorosas aplastadas sobre el colchón. Mas abajo, siente despertarse a su zona secreta. Cierra los ojos y suspira levemente, mientras frota su cuerpo desnudo contra las sabanas. Empieza a notar entre sus piernas una humedad distinta a la del sudor y, lentamente, desliza su brazo derecho hacia ese lugar. Lentamente posa su mano sobre su juvenil coñito. Ella no suele jugar consigo misma, pero en este momento, el calor, su desnudez, todo se junta y le parece que es lo único que debe hacerse ahora. Lentamente sus finos dedos comienzan a frotar por encima de y a lo largo de su rajita, mientras cierra los ojos y comienza a suspirar con mas intensidad Pronto encuentra su clítoris, que ha crecido debido a sus atenciones. Sus dedos se enroscan en sus morenos pelitos, a la vez que realizan hábiles movimientos circulares a lo largo de los labios de su intimidad y el botoncito que los corona. Nota sus pezones endurecerse contra la cama y una extensa dosis de fluidos fluir de su chochete mientras sus juegos continúan y, como por sorpresa, su dedo índice se introduce levemente en su chorreante cuevita.

Un quedo jadeo comienza a surgir de sus labios, mientras sus dedos se mueven como una lasciva araña blanca por sobre toda la superficie de su coño. Con su mano izquierda comienza a acariciarse los pechos, que palpitan y se agitan al ritmo de sus prohibidos juegos. Sus fluidos comienzan a inundar su mano, pero esta prosigue su implacable tarea y ya son dos, tres los dedos introducidos en su camino secreto, mientras su otra mano agarra, estruja, acaricia y pellizca sus preciosas tetas. En su frenesí una y otra vez la misma tremenda imagen se repite en su cerebro. La de aquel día lluvioso en el que a su casa llegaron una chica pelirroja y un oso panda. Ese día en el que ella entró a su baño dispuesta a conocer mejor a su nueva invitada, encontrándose en su lugar a un chico desnudo en la bañera.

Un chico que, no puede olvidarlo, tenia la polla más hermosa que jamas viera, y un rostro y un cuerpo que le hacen soñar.

Ranma, Ranma, Ranma y su monstruoso rabo. La imagen se repite una y otra vez en su mente mientras ella aumenta el ritmo de sus exploraciones hasta niveles frenéticos. Ya no se recata y sus gemidos desgarrados pueden oírse por todo el pasillo (es en este punto cuando Ranma se despierta sintiendo que, repentinamente, sus shorts se han vuelto mucho más pequeños). Continua, continua, pensando en chupar, morder, sentir esa polla. Piensa que si Ranma no fuese tan estúpido, ella seria la mujer más feliz de la tierra junto a él. Recuerda como se masturbó aquel día, fueron un par de horas de frenesí y locura que al día siguiente se transforman en unas grandes ojeras y en el objeto de las burlas de Ranma. Finalmente no puede mas y con 4 dedos metidos en su intimidad estalla con un grito. Las olas del orgasmo la inundan durante un par de minutos en los que no puede sino temblar y sentir el placer. La cama esta más empapada que nunca, de sudor y otros líquidos, y ella lentamente se da la vuelta, se toca suavemente sus tetas y llevándose los dedos a la boca los chupa durante unos segundos.

Luego murmura: Ranma... Baka (Ranma, tonto) y tranquilamente, se abandona al sueño.

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