Un grave castigo

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Parte 6


Toda la familia se preparaba para la comida. Era un día especial, iban a cenar a un restaurante del centro para celebrar la ausencia del maestro. A la comida se les habían unido Ryoga y el doctor Tofú. Akane vestía un vestido estampado amarillo y Ranma uno similar que ella le había dejado. Kasumi una falda holgada y una blusa blanca. Nabiki, la más provocadora, un top y una ceñida minifalda que se ajustaba como una segunda piel.

Durante el trayecto Genma no pudo apartar su atención del contoneo de las caderas de Nabiki. Esta excitación se sumaba a la frustración que sufrió durante la noche. Al llegar al restaurante se sentaron a un lado de la mesa el señor Tendo, Kasumi, Nabiki y Ranma. Frente a ellos Ryoga, Genma, el docto Tofú, y Akane.

La comida se inició sin complicaciones. Genma no podía quitarse de la cabeza la noche anterior y encima rodeado de todas las chicas Tendo. Varias veces se topó con los pies de Kasumi y decidió quitarse los zapatos para disfrutar de su piel aterciopelada, y ¿por qué no ir un poco más allá?.

Kasumi disfrutaba de la comida cuando notó que un pie desnudo le rozaba el tobillo. No le dio mayor importancia y continuó comiendo. El pie continuó subiendo por los gemelos y, ahora sí, sobresaltada, miró al frente buscando la causa. Delante tenía a tío Genma y al doctor Tofú. Kasumi se sonrojó al comprender la descarada insinuación del doctor. Nunca hubiera creído que fuera capaz de semejante audacia, más cuando hasta ahora tan sólo habían llegado a intercambiar unos castos besos.

Genma se animó con la pasividad de Kasumi. Había tenido suerte de sentarse frente a la mayor de las hijas. Cualquiera de las otras hubiera puesto el grito en el cielo. Pero no la dulce Kasumi, cuya vergüenza no le permitiría formar un escándalo. Saboreó con las yemas de los pies cada centímetro de la piel. Se metió por debajo de la falda y llegó hasta la rodilla.

Kasumi comprendió que debía pararle los pies a su prometido y le lanzó una advertencia con la mirada. éste continuaba su charla con Akane sin prestarle atención. Cruzó las piernas para indicarle que no permitiría mayores intrusiones. En ese momento el doctor se disculpó pues debía ir al servicio. Kasumi suspiró aliviada. Pero este descanso fue breve. Cuando el doctor se levantó el pie continuaba su inquisición. Kasumi se puso lívida al comprender que era Genma quien la acosaba. Estaba desconcertada. El estado de shock en que se encontraba no le permitía razonar. Lo único que pudo hacer fue bajar la mirada, roja de vergüenza, y rezar para que ninguno de los comensales se percatase de la situación.

Genma cogió con los dedos de los pies el borde de la falda y la subió hasta medio muslo. Los años de duro entrenamiento en artes marciales le habían dado tal habilidad en los pies como si de sus manos se trataran.

Kasumi noto el frío en las piernas, pero no atinó a bajar la falda por miedo de atraer la atención sobre ella. El pie se cebaba a gusto en los muslos. Kasumi notaba las callosidades, y a pesar de comprender quien era no podía detenerlo. Para ella lo más importante era la familia y no sabía cómo atajar esto sin que tal ofensa separara a la familia. Lo único que podía hacer era mantener la mirada gacha.

Genma intentó abrirse paso hacia el interior de los muslos pero Kasumi mantenía cruzadas las piernas. La fortuna estuvo de su parte del depravado. Nabiki en ese momento se levantó para ir al baño. Kasumi tuvo que desdoblar las piernas y echarse adelante para permitirle pasar. Genma aprovechó esta oportunidad y se lanzó al interior de los muslos. Los reflejos de la moza impidieron que Genma llegara a su meta. Kasumi no pudo volver a cruzar las piernas pero apretó los muslos con toda la fuerza que esta situación le deba, aprisionado el pie como una tenaza.

Kasumi mantenía la compostura en todo momento. Ni siquiera se inmutó cuando la uñas de su “tío” le arañaban en sus embestidas. Genma era zorro viejo y no le costó zafarse de esta defensa. Cuando al fin llegó a la entrepierna Kasumi dio un respingo. El padre de ésta le preguntó si se encontraba bien. Genma pensó que aquí acabaría todo pero Kasumi no le delató. Más preocupada por su vergüenza que por su virtud continuó su comida como si nada ocurriera.

Genma disfrutó a sus anchas con sus juguetones dedos. Notaba la calidez de la tela íntima y la repasaba de arriba abajo saboreando cada pliegue que el cuerpo de la chica formaba. Subió por la braga buscando el borde con clara intención de bajárselas. Quedó sorprendido al no hallar el final de la prenda.

Kasumi se alerto más si cabe. Notaba cómo el pie ascendía hasta situarse al borde de la falda. Si continuaba subiendo alguien podría notarlo. Decidió abrir un poco las piernas para incentivarle a bajar y que nadie les descubriera. Las piernas le colgaron flácidas sin fuerzas. Era la decisión más dura que había tomado nunca. Le repugnaba lo que vendría ahora, pero no había alternativa. Su error fue pensar que Genma no podría pasar de la tela.

Al ver que el camino se despejaba Genma volvió atrás. Cada vez era más brusco. Se había dejado llevar por las hormonas y no le importaba si lo pillaban o si hacía daño a su sobrina. Finalmente se dio cuenta de un pliegue en la tela y comprendió que lo que llevaba era un body. Kasumi pensó que Genma no conocería este tipo de prenda. Pero después de tantos años de “aprendizaje” junto al maestro conocía todo tipo de lencería. Esta prenda se cerraba en la entrepierna con un par de corchetes. Ahí se dirigió el pie.

En un momento soltó el primer corchete. Notó cómo Kasumi se estremecía al comprender su error. Las piernas de la chica comenzaron a temblar cuando quedó suelto el segundo corchete. Kasumi intentó volver a apretar los muslos pero ya era tarde, el pie estaba bien situado y no se movería. Sin esta ultima defensa se sentía completamente vulnerable. No pudo hacer otra cosa que parar el pie con ambas manos.

Esto pareció funcionar por un momento. Pero el padre de Kasumi acabó dándose cuenta que su hija no apartaba la mirada del plato y no comía. Cuando Kasumi oyó cómo le preguntaban si se encontraba bien y por qué no comía el mundo se le vino encima. Sabía que había pedido. No podía mantener la defensa y comer al mismo tiempo. Se resignó, perdida toda esperanza. Se dejaría hacer y soportaría la humillación con el único consuelo de que al tratarse de un pie no podría perder su flor.

Una lágrima resbaló por su mejilla mientras subía las manos para coger los cubiertos. No había llegado a ellos cuando el pie por fin tocó su carne.

Una vez abierto el body quedó al descubierto toda la intimidad de Kasumi. Genma al recordar el aspecto de Ranma rasurada se preguntó si Kasumi se depilaría. Genma restregó el pie en el cálido vello. Lo notaba frondoso y abundante. Se dirigió a la entrada de la vagina. Cogió los gruesos labios entre dos dedos y los repaso arriba y abajo, en un constante vaivén. A Kasumi le costaba tragar su propia saliva. Nunca hubiera pensado que su tío se atrevería a llegar tan lejos.

Genma quiso ir más allá. Pero lo cierto era que la boca de la vagina estaba muy prieta. A decir verdad, lejos de encontrarse excitada la muchacha tenía el coño seco como papel de lija. Genma estaba demasiado excitado para detenerse ahora, además era un hombre fuerte y podía vencer sin problemas este ultimo problema. Metió el dedo gordo en la carnosa entrada. Saboreó la uretra y bajó hasta el túnel principal.

Kasumi notaba cómo la uña avanzaba por las carnosas paredes. Se mordía el labio para ahogar un grito de agonía. Tío Genma llegó hasta donde alcanzó su limitado instrumento. Sus habilidosos dedos masajeaban el clítoris con una habilidad que ya quisieran muchos tener ni que fuese en las manos. Kasumi estuvo tentada por un momento en dejarse llevar y disfrutar de la situación. Pero se negó a si misma sentir placer con ese hombre y volvió a ponerse en tensión.

Genma notó por un momento cómo su sobrina se relajaba pero los músculos adoptaron enseguida la rigidez anterior. La frustración del hombre aumentaba pero se juró que ésta no se le escapaba virgen.

Kasumi notó cómo el pie se apartaba saciada la libido de su tío. Respiró tranquila. Las piernas todavía le temblaban pero reunió suficientes fuerzas para seguir con la comida. Acababan de finalizar la ensalada pero a ella le parecía que la pugna había durado una eternidad. Vio a su tío jugar con una zanahoria en las manos como si nada hubiera ocurrido. Creyendo que todo había finalizado no adoptó ninguna postura defensiva. Ni siquiera hizo amago de bajarse la falda pues estaba más preocupada en recuperar la compostura.

Kasumi dio un pequeño salto al notar un golpe en su almeja. Su tío había vuelto al ataque. Había hecho diana sin tan siquiera rozar el interior de los muslos, cogiéndola por sorpresa. Después de un rato de relajación, Kasumi lo notaba ahora más grande y frío. A pesar de la estrechez y la falta de lubricación, Genma se las apañaba para avanzar. Kasumi soportaba el escozor en sus carnes. Agarrada al borde de la mesa se mordía los labios y apretaba el mantel.

Notaba cómo su carne cedía sabiendo que el dedo no podría llegar mucho más lejos. Pero no se detenía. Confusa miró a su tío, este le devolvió la mirada con una sonrisa pícara. Sus carnes se abrían pero ella era incapaz de comprender cómo podía llegar tan lejos. Finalmente le llamó la atención las manos entrecruzadas de su tío y hasta su embotado cerebro llegó el recuerdo de la zanahoria con la que hasta hacia poco jugaba.

Alarmada estuvo a punto de ponerse en pie al comprender cuales eran sus intenciones. Movió las caderas para intentar zafarse pero la fricción hacía que le escociera más. El falo no se detenía, ascendía lenta pero constantemente. Apretó sus muslos con todas sus fuerzas pero todo era inútil. El vegetal era más pequeño que un pene y no había forma de pararlo. Kasumi lo notaba dentro de ella. Nunca, ni siquiera en los exámenes ginecológicos, había notado tal invasión de su cuerpo. Sin embargo llegó un momento en que se detuvo, y no por voluntad de su tío, era su cuerpo quien ofrecía una resistencia. Kasumi respiró aliviada viendo que su cuerpo le apoyaba hasta que comprendió cuál era la barrera. Era su himen quien impedía el paso y su tío lejos de abandonar había multiplicado sus esfuerzos como si esperara este momento.

Kasumi se revolvió en su asiento sin decidirse qué hacer. Notaba su flor a punto de ceder y por nada del mundo quería perder su virtud. Su respiración se agitó. Intentó cruzar las piernas en un último intento de detener a su agresor. Finalmente un rayo de luz cruzó su mente, pediría excusas e iría al servicio para separarse de su tío. Demasiado tarde. Justo cuando vio la salida notó un profundo pinchazo en sus entrañas. El falo había desgarrado su himen, lo había atravesado y con el último impulso había llegado a perder contacto con el pie que lo impulsaba.

Kasumi había lanzado un pequeño grito, más de desesperación que de dolor. Las miradas se volcaron sobre ella y pero ella ya no hablaba. Todo su cuerpo se vio rodeado de un sudor frío. Con los brazos temblorosos logró ponerse en pie y pidiendo excusas se dirigió a los baños. Demasiado tarde. Tan sólo lo hubiera pensado diez segundos antes.

Genma observaba satisfecho cómo la muchacha se dirigía medio en trance a los servicios. Una vez en ellos Kasumi se metió en un escusado. No podía sacarse la zanahoria con las manos temblorosas y hubo de ponerse en cuclillas con las piernas bien abiertas para tener acceso. Por fin sacó el cilindro manchado con su sangre y sin poder aguantarse lloró como una magdalena. Lo que más la atormentaba era que por un momento había llegado a disfrutar.

A la vuelta a casa no dijo ni una palabra. Ni tan siquiera le dirigió una mirada a su desvirgador. Roja de vergüenza tan sólo procuró que la gente no se diera cuenta de la mancha de sangre en su falda.

Genma no se sentía satisfecho de haberle hecho pasar un buen rato a su “sobrina”. Se había divertido pero todo el placer había sido para ella, él todavía estaba caliente. Necesitaba descargar en algún sitio. Y no era el único. Ryoga desde su ultima noche con Akane no había vuelto a mojar. También Kuno, que en este momento se dirigía a casa de los Tendo, tendría que sufrir abstinencia hasta que Nabiki se recuperara de su último encuentro. Prometía ser una noche muy caliente.