Un grave castigo

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Parte 5


La cena estaba servida en casa de los Tendo. Akane, Ranma y Nabiki estaban sentadas sobre cojines con las posaderas y, otras partes, doloridas. Cosa extraña, Ranma no tenía mucho apetito. Abandonó la cena antes que los demás alegando que se encontraba mal.

Todos se habían ido a dormir. Nabiki tumbada en su cama llevaba un camisón corto. Mantenía las piernas abiertas para refrescar su dolorida vulva, por supuesto sin bragas. En esto estaba cuando notó que llamaban a la puerta. Entró Ranma con aspecto compungido. Cruzó las piernas con rapidez, sin poder disimular una mueca de dolor, y preguntó:

-¿Qué haces aquí a estas horas? Tendrías que estar durmiendo.

Ranma no respondió inmediatamente, después de unos titubeos dijo esto:

-Verás, no sabía a quién acudir. Llevo un par de días que me encuentro mal. Me duele el vientre y me siento hinchado. Bueno, el caso es que lo dejaba pasar hasta que esta noche...en fin que noté algo raro.

Tan pronto Ranma terminó de decir esto cuando se arremangó el camisón hasta la cintura. Nabiki se sobresaltó pero en seguida vio dónde estaba el problema. Ranma tenía la entrepierna de las bragas manchada de sangre.

-Así que es eso, te ha venido la regla. No es extraño, tienes 16 años.

-Pero qué dices, ¡yo soy un tío! Una cosa es tener el cuerpo de una tía, pero esto. Es humillante. ¿Qué se supone que debo hacer ahora? ¡Maldito viejo!

-Mientras tengas un cuerpo de mujer tendrás que soportar todo esto. Hasta ahora nunca habías estado tanto tiempo seguido con este cuerpo y por eso te has librado. Va tampoco es para tanto, nosotras lo sufrimos todos los meses y no hacemos un drama—Nabiki pensaba en todo lo que estaba sucediendo y cómo sacarle partido. Tal como se encontraba no podría joder con Kuno hasta dentro de un par de semanas. Si estaba dispuesto a pagar fortunas por unas fotos, ¿cuánto pagaría por una parte más íntima de Ranma?

Se levantó de la cama y se puso frente a Ranma. Se puso de rodillas y levantó el borde del camisón hasta la cintura. Le dijo a Ranma que lo mantuviera en esa posición. Agarró las bragas por los laterales y las bajó hasta las rodillas. Una frondosa mata de vello rojizo quedó al descubierto. Ranma se puso rojo de vergüenza pero mantuvo el camisón subido tal cómo se le había indicado. Nabiki acarició los rizos, se levantó y se fue hasta un cajón de la mesita. Extrajo un par de cosas y volvió junto a Ranma.

-Lo primero que debes aprender es a mantener limpia esta zona. Como no tienes experiencia lo mejor será depilarte para que no se acumule suciedad y haya infecciones—Nabiki mentía con soltura, sonreía sólo de pensar en lo que le pagaría Kuno por el vello púbico de Ranma.

Sacó unas pequeñas tijeras de manicura y comenzó a cortar los rizos. Extendió un pañuelo en el suelo para recogerlos. Ranma soportaba con estoicismo este trance aunque la vergüenza hacía que la flaquearan las rodillas. Cuando Nabiki terminó con las tijeras cogió un spray de espuma de afeitar e hizo una bola en su mano. Extendió la crema por Ranma con delicadeza.

-Separa un poco las piernas.

A Ranma le costó obedecer. Nabiki extendió la crema por toda la entrepierna, más allá de donde el vello crecía. Se tomaba su tiempo, sintiendo cada pliegue del sexo, a fin de cuentas los negocios no tenían por qué estar reñidos con el placer.

Con una maquinilla de afeitar terminó el trabajo. La pasó suavemente por todos los recovecos hasta eliminar cualquier rastro de bello. Levantó una de las piernas de Ranma para tener un acceso abierto a la entrepierna. Quitó los últimos restos de espuma con una toalla. El resultado era excelente, quedó suave como un niña de cuatro años.

Nabiki pasó por la piel las yemas de los dedos para comprobar la calidad de su trabajo. Sonrió satisfecha. Rebuscó en el cajón de la mesita y regresó con una caja de cartón.

-Bien, dado que es la primera vez lo mejor sería que utilices compresas, pero no tengo. Tendrás que conformarte con tampones. Una vez que te acostumbres será mejor.

-Yo paso. Eso me da grima.

-Tú verás. Pero no creo que quieras pasarte varios días sangrando. Siéntate en la cama y separa bien las piernas.

Ranma así lo hizo aunque con reticencia. Nabiki tuvo que abrirle más las piernas pues aún se sentía pudoroso.

-No te preocupes por tu flor. Puedes usar los tampones aún siendo virgen. El himen tiene un agujero por donde pasa la menstruación, y por ahí pasa el tampón.

-¡Me importa una mierda el himen! Soy un hombre, te aseguro que ningún hombre se va a acercar a diez pasos de este coño.

Nabiki observó la entrada de la vagina. Le explicó que lo primero que debía hacer era separar los labios con dos dedos. Nabiki lo hizo por él. Ranma no podía estar más avergonzado, intentaba cerrar las piernas pero Nabiki se lo impedía. Nabiki introdujo un dedo dentro del orificio, lo pasó suavemente hasta encontrar el himen. No era tarea fácil pues Ranma estaba poco lubricado. Siguió el himen con cuidado hasta que encontró la abertura. Ranma notaba cada milímetro del dedo, le molestaba especialmente la larga uña. Sin embargo al cabo de un rato no pudo dejar de sentir un cosquilleo. Esto le dejó completamente turbado, no comprendía a qué se debía. Nunca pensó que este cuerpo pudiera proporcionarle placer. Había que admitir que Nabiki era mucho más delicada que el médico que la visitó en el instituto. Avanzaba con suavidad, era delicada. Al recordar la brusquedad del médico se puso rígida y sus músculos íntimos se tensaron.

En ese momento Nabiki acabó la exploración. Sacó de la caja de cartón uno de los tampones. Tenía el tamaño de un pintalabios y venía cubierto por un plástico. Al abrirlo dejó al descubierto un cilindro de plástico. Tiró de la parte inferior y un cilindro más pequeño salió de éste. De la parte inferior sobresalía un cordel.

Lo introdujo por la obertura, Ranma lo noto frío y duro, sintió cómo subía hasta que se atoró a mitad del primer cilindro. Nabiki lo hizo girar para vencer la fricción de las paredes vaginales hasta que todo el cilindro estuvo dentro. Entonces empujó el cilindro inferior como si fuera el embolo de una inyección . El tampón subió por las paredes y Ranma lo notó dentro. Nabiki retiró el aplicador con un ruido de succión que le indicó que no había sido tan desagradable como Ranma pretendía.

-Bien, si está bien puesto no tendrías que notarlo. Para quitártelo tan solo tienes que separar las piernas, flexionar las rodillas y tirar del cordón. Es cuestión de practica.

Ranma lo notaba en su interior pero no estaba dispuesta a repetir todo aquello, podría soportarlo. Se miró, de pie, en un espejo de cuerpo entero. Se observó completamente depilado con un cordel que sobresalía de entre sus piernas. No pudo aguantar más la situación y dejo caer el camisón. Ni siquiera pensó en volverse a poner las bragas.

Cuando se disponía a irse Nabiki le puso un bote de pastillas en las manos. Le dijo que si alguna vez no podía soportar las molestias se tomara una. En cuanto salió de la habitación engulló un puñado de las pastillas. En seguida notó el efecto. Pero también notó cómo le invadía un profundo sueño efecto secundario de una dosis excesiva. Las piernas le temblaban pero tambaleándose llegó hasta su habitación. Pasó por encima de su padre y se quedó frito en su colchón sobre el suelo.

Genma vio a su hijo exhausto, completamente inmóvil. Desde que el maestro había obligado a Ranma a adoptar su faceta femenina pasaba todas las noches calientes observando su cuerpo. Una idea se fraguaba en su mente. Se encontraban frente a frente. Extendió el pie hasta tocar los de su hijo. Subió el pie por la pierna de Ranma. Se coló por debajo del camisón. Llegó hasta la entrepierna. En seguida notó que no llevaba bragas y se justificó a sí mismo diciéndose que merecía una lección, que no podía ir provocando a la gente. Sus dedos juguetearon entre los pliegues de su sexo, listos para salir a la menor señal que Ranma despertara. Se acercó hasta recostarse al lado de su hijo y restregó su paquete sobre el culo a través del camisón.

Ranma tenía el camisón subido hasta medio muslo. Genma lo subió hasta la cintura, con suavidad para que no despertara. Se sorprendió al ver que estaba completamente depilado y esto le excitó aún más. Acarició su muslo con temor que despertara. Al ver que no se inmutaba dirigió su mano al interior del muslo. Entonces se percató del frasco de pastillas que aún sujetaba y comprendió que no despertaría en varias horas.

Subió el camisón hasta el cuello liberando los pechos. Eran grandes y formosos. Genma colmó sus manazas en ellos. Eran duros y suaves. Bajó su boca hasta el rosado pezón y succionó cual un bebe bebiendo de la leche materna. Deslizó las manos por los costados hasta sus prietas nalgas. Introdujo sus dedos en el valle que formaban las dos lunas y continuó la exploración. Al llegar a los muslos le separó las piernas para admirar la almeja de su “hija”. Se extrañó al ver un cordel sobresalir de la raja. Tiró del cordel pero se resistía así que lo dejó estar. Se puso cada tobillo de Ranma por encima de sus hombros. Ranma hacia ligeros movimientos en sueños pero por lo demás no se inmutaba.

Le metió un dedo en su intimidad, lo sacó, se lo chupo y volvió a meterlo. Acercó sus labios hasta la depilada piel y la lamió hasta llegar a los labios vaginales. Se detuvo en esta zona y chupó con fluidez. Mordisqueaba la entrada de la vagina. Su lengua jugaba con el cordón que se resistía a salir.

Ya no aguantaba más, su polla parecía que iba a explotar. Se la sacó del pantalón, hacía mucho que no la tenía tan dura y empalmada. Cogió la cabeza de Ranma con las dos manos y la besó en la boca. Fue un beso prolongado, con lengua, a pesar de que Ranma en su estado no podía devolvérselo.

Le restregó la polla por el coño, pero sin penetrarla. Dejaba el momento del desfloramiento para el final, como un postre largamente anhelado. Puso su miembro entre las tetas y las movió haciéndose una cubana. No lo pudo aguantar más y un torrente de tibia leche salió catapultado. El semen llegó hasta la cara de Ranma. Manchó el camisón pero la mayor parte se quedó en los pechos donde se escurría como arroyos de lava hasta el canalillo.

Mientras esperaba a que su pene recuperara la forma para acabar el trabajo le limpió la cara a Ranma. Ahora que el primer calentón había pasado se dio cuenta que no debía dejar huellas de lo que había hecho o Ranma le mataría. No estaba seguro de poder esconder lo que se proponía hacer ahora porque tenía claro que este conejo no se le podía escapar. Esperaba que Ranma al desconocer su cuerpo femenino confundiera los dolores del desvirgamiento con los de la menstruación.

En ese momento oyó un ruido, alguien se acercaba al dormitorio. Le bajó el camisón y se tumbó en la cama donde se hizo el dormido.

Nabiki entró en la habitación de forma sigilosa. Llevaba una cámara de fotos. Se aseguró que tío Gemma dormía y le hizo unas fotos a Ranma. Le subió el camisón hasta la cintura. Necesitaba pruebas que le demostrasen a Kuno que los pelos eran de Ranma. No le gustaba la idea que saliese el cordón del tampón en las fotos, así que con un dedo lo metió en el interior de Ranma. No tubo problemas porque estaba muy lubricada, aunque más que fluidos femeninos parecía saliva. Supuso que estaba teniendo algún sueño húmedo. Acabó su trabajo y se fue.

Gemma no se atrevió a continuar con su plan por temor a que volviera Nabiki. Tanto daba tendría otras oportunidades, además en la casa había otros objetivos apetecibles.