Un grave castigo

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Parte 3


Ranma subió las escaleras de dos en dos hasta el cuarto de baño. Puso el agua caliente y empezó a desnudarse mientras se llenaba la bañera. Se quitó los zapatos y dejó resbalar la falda hasta los tobillos. Tenía el ano dolorido así que se lo miró en el espejo. Separó las dos lunas de su trasero hasta dejar a la vista la estrella. Estaba roja y tenía un par de arañazos pero no parecía grave. Comprobó la temperatura del agua con la punta del pie y se metió con suavidad. El agua estaba muy caliente pero enseguida se relajó. Al cabo de un rato se puso nerviosa, algo andaba mal. Miró por la habitación buscando que le perturbaba hasta que se posó en sus pechos. ¡¡¡Todavía era una mujer!!! ¿Por qué no se había transformado? ¿Qué le habría hecho ese viejo ahora? Se echó por encima un cubo de agua ardiendo, nada, seguía igual.

Se vistió deprisa y salió en busca de la abuela de Champú. Cuando estaba saliendo notó que Kasumi le llamaba:

-Ranma, el maestro se ha ido de viaje y ha dejado esta carta para ti.

Kasumi le entregó un sobre cerrado y se volvió a la cocina.

¿Qué significaba eso de que el viejo se había ido? Inmediatamente abrió la carta. En ella Haposay le recriminaba su mal comportamiento. Le informaba que la técnica que había utilizado con él era diferente a cualquier otra que hubiera sufrido. No sólo le quitaría toda su fuerza sino que también le impediría transformarse en chico. No estaba satisfecho con su feminidad así que le daba un ultimátum: O se comportaba como una chica hasta que regresara o lo sería para siempre. Además avisaba que le espiaría y Ranma no dudaba que así lo haría.

Ranma cayó de rodillas. No podía creerse lo sucedido. Fue a casa de Champú pero su ultima esperanza se fue cuando la abuela le dijo que no podía hacer nada. Cuando regresó a casa las tres hermanas le dijeron que si tenía que aprender a ser una chica lo mejor es que lo hiciera enseguida, y lo primero era cambiar su ropa. Nabiki y Kasumi lo acompañaron de tiendas. No le gustaba llevar ropa de mujer y no sabía por donde comenzar, tendría que conformarse. Las dos hermanas se encargaban de todo, la mitad de lo que compraba ni siquiera sabía para que servía: blusas, faldas, minifaldas, mallas ceñidas, medias, bragas, tangas, bodys, sujetadores, bustiers, camisones, zapatos e incluso un uniforme de la escuela. Lo cierto es que Nabiki no se conformó con que se pareciera a un hombre, no escogió ningún pantalón, ni pijama...Se justificó diciendo que así el maestro le perdonaría antes.

Y así acabó su primer día como chica, en la cama, con unas minúsculas bragas que se ceñían a su sexo y un camisón transparente de encaje que le llegaba al inicio del muslo.

Mientras, al otro lado de la casa, Akane se preparaba para ir a dormir. Llevaba un camisón blanco hasta las rodillas y a su cerdito (Ryoga) bajo el brazo. Se tomó unas pastillas, bebió un trago de agua y apoyó el vaso sobre un radiador que tenía junto a la cama para no pasar frío durante la noche.

En seguida se quedó dormida. Primero tuvo un sueño intranquilo y acabó completamente destapada, pero a la media hora dormía como un ángel, boca arriba con las piernas ligeramente separadas. Ryoga en su forma de cerdo solía dormir a los pies de la cama. Se despertó y avanzó por entre sus tobillos. Continuó el ascenso hasta llegar a sus muslos, tuvo que hacer fuerza con su pequeño cuerpo para abrirse paso hasta su entrepierna. Tapado por el camisón se encontró con las bragas de Akane. Eran amarillas, de encaje y dejaban pasar su vello pubico por los poros. Acarició la rugosa textura con el hocico y después lo lamió hasta que las bragas quedaron empapadas. Esto se había convertido en un habito. Al principio se limitaba a dormirse entre sus piernas. Al ver que no se daba cuenta comenzó a lamerle la vagina con las bragas de por medio. Llegó un día en que Akane, debido a los follones que Ranma y sus amigos formaban por la noche, decidió tomarse unas pastillas para dormir. Primero las tanteó para saber hasta que punto eran efectivas. Y eran muy efectivas, quedaba completamente dormida y aunque se movía a su antojo no despertaría hasta la mañana ni que se pusiera a saltar sobre ella. A estas alturas ya había llegado todo lo lejos que podía bajo su forma de cerdo.

Metió el hocico a través de un pliegue de la ropa y apartó las bragas hasta que quedaron apretadas a un lado. Toda la vajina quedo a su vista. Mordisqueo los pelos negros hasta que tuvo la boca llena. Después se puso a lamer todos los labios mayores. Fue avanzando, usando toda su fuerza, pegando tirones e incluso pequeños mordiscos hasta que la mitad de su cabeza estuvo dentro. Akane gemía y movía la pelvis pero no se despertaba. Parecía que su subconsciente disfrutaba. Acabó con las piernas medio separadas y las rodillas levantadas.

Ryoga salió de la entrada de su sexo. La postura que tenía Akane dejaba a la vista el canal que llegaba a su ano. No había forma de llegar, las bragas lo tapaban por completo. Dio un mordisco a la entrepierna de las bragas. El interior era rugoso y estaba acartonado por los jugos femeninos, pero el olor era delicioso. Dio marcha atrás y tiró de ellas hasta que las dejó a la altura de la rodilla. Después volvió al ano, tuvo que apartar los glúteos con las pezuñas y quedaron arañados, pero eran por dentro, una vez cerrados no se daría cuenta. La rosa se veía muy prieta. Comenzó a lamerla y cuando iba a meter el hocico, Akane se recostó y tuvo que saltar para no quedar aplastado.

Volvió a la concha. Adoptó una posición erecta apoyando sus pezuñas en el frondoso vello. Estaba completamente empalmado. De un golpe la penetró. Su polla era tan pequeña que no llegaba hasta su himen y no podía desflorarla. Por otro lado segregaba tan poco semen que apenas significaba una mancha en sus bragas, no había peligro que se diera cuenta. Ahora Akane gemía más de lo habitual y su rostro reflejaba dolor. Esta vez Ryoga se había apoyado demasiado arriba y en lugar de penetrarla por el canal vaginal lo había hecho por el agujero de la orina. Esta entrada no estaba preparada para estos menesteres. Con una pija humana hubiera sido imposible pero la del pequeño cerdo a pesar de ser enorme para este agujero pudo entrar gracias a la fuerza de Ryoga. Este no se daba cuenta del dolor que provocaba y seguía sus embestidas con la polla completamente introducida, mientras arañaba el frondoso triangulo con sus pezuñas.

Akane empezó a moverse y finalmente dio un manotazo al vaso de agua apoyado junto al radiador. El agua caliente salpicó toda la cama y mojó a Ryoga. éste adoptó su forma humana al instante. Akane lanzó un grito descomunal y después se quedó lívida completamente inmóvil. Su polla al crecer de forma tan repentina desgarró el inicio del canal urinario, salió y se hincó en el coño de Akane desgarrando su himen. Las piernas de Akane se abrieron de par en par dado el volumen de Ryoga con un ligero crujido.

Ryoga se quedó estupefacto por un instante, pero estaba demasiado caliente para dejarlo. No le importaba si se despertaba, o si vendría alguien, ni siquiera que se diera cuenta por la mañana.

Continuó con sus embestidas de forma frenética, penetrándola por completo. Aprovechando que tenía manos le agarró los pechos. Las babas caían de su boca y se escurrían por la cara de Akane. ésta se mordía los labios mientras unas lágrimas resbalaban por sus cerrados párpados.

Ryoga en un supremo esfuerzo descargó toda su leche en el interior de Akane. Con un suspiro se volcó sobre ella y se quedó dormido mientras sus jugos desbordaban el interior de Akane.

Despertó media hora antes que amaneciera. Al ver el panorama se asustó. Arregló lo que pudo, le subió las bragas a Akane y la tapó con la colcha. Quizás no se diera cuenta, nunca había sido muy listo. Después abandonó la habitación.

Cuando se fue, Akane se incorporó. Estaba muy dolorida. Vio que las sábanas estaban manchadas de semen y sangre. Se quitó las bragas que a estas alturas estaban agujereadas. Al levantarse un coagulo de semen resbaló de sus labios al interior de su muslo. Tenía la vagina dolorida. También las caderas le dolían, y estaba llena de pequeños arañazos en la entrepierna y culo.

Nunca hubiera pensado que el sexo pudiera ser tan doloroso, pero se lo había buscado. En ningún momento había estado dormida. Una mañana al descubrir pelos de cerdo en su entrepierna había supuesto lo que Ryoga hacía (pues hacía tiempo que sabía que su cerdo era Ryoga). La excitó tanto que decidió darle pie a más y se inventó lo de las pastillas. Viendo que no había peligro que la desfloraran se hizo la dormida durante varias noches. No havia calculado que Ryoga se transformara, cuando se equivocó de conducto quiso darle un manotazo para apartarlo. Por error le dio al vaso, no debió descuidárselo sobre el radiador. No le gustaba haber perdido la virginidad de aquella manera pero ya estaba hecho.

Por la mañana habría revisión medica en el instituto, aprovecharía para hacerse un examen ginecológico. Con lo que había sufrido tardaría un tiempo en acercarse a otro chico.