La chica de mi vida

Por:

Parte 3


Jueves.

-Buenos días a todo el mundo-exclamó una jovial Nabiki al entrar en el comedor, donde se encontraban sus dos hermanas y Ranma, quienes la miraron extrañados.

-Buenos días-saludó Kasumi mientras recogía la mesa-. Vaya, esa clase de sonrisa yo la conozco-dijo sarcásticamente, pero sin perder el tono amable, yendo a la cocina.

Nabiki se sentó en su lugar de la mesa.

-¿Cómo es que hoy no te has levantado temprano?-le preguntó Akane curiosa.

-Bueno, será porque ayer por la noche me acosté muy tarde, ¿verdad, Ranma?-contestó, y miró al joven sin perder la sonrisa.

-Calla...-susurró él, tratando de disimular.

-Oh, por mí no os preocupéis, yo ya me voy-dijo Akane con calma. Cogió su cartera y se puso de pie-. Que lo paséis bien.

Dicho esto, salió de la sala.

-¿Y a esa que le pasa?-preguntó Nabiki sin entender.

-Resulta que sabe desde hace tiempo que tú y yo nos lo montamos de tanto en tanto.

Nabiki se pasmó ante esa respuesta.

-Oh, Ranma, lo siento-exclamó-. Yo no quería que sucediera. Tal vez este sea el motivo por el cual Akane siempre te ha tratado mal.

-No le des importancia-dijo Ranma con tranquilidad-. Al menos ha servido para que dejemos las cosas claras entre ella y yo.

-Pues me sabe mal-contestó Nabiki con una decepción triste-. Siempre pensé que, a pesar de todo, al final acabaríais juntos.

-Vaya, veo que no eres tan insensible como creía-dijo el otro medio sonriendo-. Bien cierto que el amor hace aflorar en las personas su parte oculta.

-Oh, anda, cállate-exclamó Nabiki frunciendo el ceño y con las mejillas encendidas. Se llevó su bol de arroz a la boca y comenzó a comer deprisa-. A propósito, siento comunicarte que nuestros encuentros sexuales han tocado a su fin. Si continuáramos no creo que me atreviera a mirar de nuevo a Tatewaki a los ojos.

-Claro, eso ni se menciona-Ranma entrecerró los ojos-. ¿Y también se han acabado las fotografías?

-Pues...No te prometo nada-respondió Nabiki. Ranma vio atemorizado que su sonrisa maliciosa había regresado a su rostro. Ella rió-. Tranquilo, estaba bromeando. En todo caso, en cuanto encontraras a tu amor verdadero se me habría acabado el negocio.

-Mi amor verdadero...-musitó Ranma. En su imaginación apareció Ukyo, sonriéndole, con su gran pala sobre el hombro.

Un rato después los dos salieron a la calle, y marcharon al instituto.

-Así que ahora tú y Kuno salís juntos, ¿eh?-decía Ranma festivo-Lo cierto es que no me sorprende. Sois tal para cual.

-Sí...-dijo Nabiki sonriente. Entonces cambió de expresión-Eh, ¿qué has querido decir con eso?

-¿Yooo? Nada...-exclamó el joven mientras esquivaba la cartera de ella.

****

-Eh, Ranma, cuentan por ahí que tú y Akane habéis cortado-oyó el muchacho que le decían. Abrió los ojos y se volvió al grupo que formaban unos cuantos de sus compañeros masculinos de clase, reunidos alrededor del pupitre que había a su espalda-. ¿Es eso cierto?

-Sí, es cierto-contestó él sin contemplaciones-. Hemos descubierto que definitivamente no sentimos nada el uno por el otro.

Hubo un gran ajetreo en el grupo en que se oyeron frases como “Estupendo, ahora Akane está libre”, “Pues yo le voy a pedir para salir”, “No, seré yo quien la conquiste” o “Ni mucho menos, seré yo”.

-Pero os advierto que ella ya está saliendo con alguien-dijo Ranma volviendo a darles la espalda-. Con Ryoga.

La emoción del grupo pasó a decepción.

“Con Ryoga, nada menos”, “¿El tipo ese que practica artes marciales?”, “Creo que lo voy a dejar correr”, “Y yo. Además, ya tengo novia”.

Ranma volvió a adormecerse. A sus sueños regresó la imagen de Akane y Ryoga caminando juntos, sonriéndose y ella cogiéndose del brazo de él. Sus párpados se subieron de golpe. ¿Por qué no podía quitarse ese pensamiento de la cabeza? Cerró los ojos de nuevo y a quien vio ahora fue a sí mismo y a Ukyo, juntos, como antes había visto a Akane y Ryoga.

-Eh, Ranma-le llamó Ukyo al tiempo que le sacudía el hombro-. Despierta.

El muchacho se desveló otra vez.

-Hola, Ranma. ¿Cómo te va?

-Bastante bien-respondió-. ¿Y a ti?

-No puedo quejarme. Oye, ¿qué me dices si volvemos a quedar para este domingo? Hay una película que me gustaría ir a ver, y estoy segura que a ti también te gustará. Después podemos ir a tomar algo, y descubrir lugares nuevos donde cenar.

-Pero no hace falta, mujer. La salida de ayer fue más que suficiente para subirme el ánimo y quitarme la depresión. Ya no es necesario que te preocupes más.

La sonrisa de Ukyo disminuyó en intensidad.

-Bueno, si tú crees que no es necesario, está bien-dijo-. Hasta luego.

Ante los ojos de Ranma, la joven dejó el aula. El muchacho empezaba a arrepentirse de haberle dicho aquello.

-Mira que eres tonto, Ranma-oyó detrás de él. Se volvió. Había sido uno del grupo de sus compañeros de clase-. Una preciosidad como esa te pide para salir y tú vas y la rechazas.

-Sí, y ahora que ya no estás con Akane-dijo otro.

Ranma abrió bien los ojos, como si se despertara en ese momento, y miró a la puerta de la clase. Entonces se levantó de la silla y corrió hacia el pasillo. A su espalda escuchó las palabras y los silbidos de aliento de sus compañeros.

****

Las gotas de lluvia que caían aquella tarde, mojando los bancos, el camino, los árboles, las flores, le daban al lugar un aspecto tristemente romántico, rematado por un cielo gris que parecía fundirse con los edificios de la ciudad que se veían al fondo, en lo alto de la escalinata que daba a la parte alta del parque. Cubierta por el paraguas abierto que llevaba en la mano, Akane lo contemplaba absorta, meditabunda, dándole la impresión que a su alrededor el tiempo avanzaba más despacio y que todos los sonidos se habían apagado. Después de un rato le dio la espalda a las escaleras y se dirigió hacia el jardín botánico.

****

-Akane.

La muchacha miró hacia atrás, como sus cuatro amigas, y el grupo vio a Ryoga caminar hacia ellas.

-Hola, Ryoga, cuánto tiempo, ¿verdad?-saludó Akane, sin querer ocultar su contento al volver a verle, cuando el joven llegó junto al quinteto.

-Sí...-contestó él sonriendo sonrojado-Oye, Akane, me gustaría hablar contigo de algo, a solas.

Akane se quedó un poco perpleja. Miró a sus amigas.

-Bueno, si ahora estás ocupada podemos dejarlo para otro rato-aclaró Ryoga, sin osar mirarla.

-Es que nos íbamos a ver una película-se excusó ella sin saber qué hacer.

-No te preocupes por eso ahora, Akane-dijo una de las muchachas-. Si un chico te quiere hablar a solas es mejor no hacerle esperar.

-Claro-añadió otra-. Y siempre podemos ir a la siguiente sesión. Venga, te estaremos esperando en el centro comercial en el lugar de siempre.

-Bueno, pues vale-dijo Akane desorientada.

Después de despedirse, ella y Ryoga quedaron solos, mirándose, delante el uno del otro.

-¿De qué querías hablarme, Ryoga?-preguntó Akane, extrañada por ese aspecto del muchacho, tan serio y tan tímido a la vez.

-¿Podemos ir primero a alguna cafetería o así?-propuso él sin conseguir evitar los nervios-Estaremos más tranquilos.

-Sí, me parece bien.

****

-¡Uuaaaay!

Akane se dio de bruces contra el suelo mojado, empapándose el vestido y haciéndose daño, mientras su paraguas resbalaba por el pavimento.

-¿Qué demonios...?-exclamó colérica mientras miraba hacia atrás, cubriéndose la colorada nariz con la mano y poniéndose de rodillas.

Pero se calmó y se sorprendió al ver a Nabiki, agachada y dirigiendo su cámara fotográfica a un conjunto de rosas que tenía delante, con Kuno de pie a su espalda, quien cobijaba a los dos de la lluvia con un paraguas. Ambos la miraban también sorprendidos, y parpadearon a la vez un par de veces.

-Akane, ¿pero de dónde sales?-habló primero Nabiki. Se levantó y ayudó a su hermana a ponerse de pie-¿Te has hecho daño?

-Un poco...

-Toma, tu paraguas-le dijo Kuno mientras se lo entregaba.

-Perdona, Akane, ya te pagaré la tintorería-se disculpó Nabiki sonriendo con resignación.

-No, la culpa ha sido mía, por caminar pensando en las musarañas-contestó la otra-. ¿Qué estabas haciendo ahí agachada?

-La semana que viene es la exposición del club de fotografía del instituto, y yo como presidenta he de conseguir las mejores fotos-explicó su hermana, delante de Kuno, quien sacaba la cabeza por encima de ella, sosteniendo el joven el paraguas para ambos-. Los primeros planos de la lluvia cayendo sobre un rosal siempre son de una gran belleza, si se logra captar el momento adecuado-miró a Kuno-. Y Tatewaki ha sido la mar de amable queriéndome echar una mano, pese a lo aburrido y monótono que puede ser esto para el no aficionado.

-¿Tatewaki?-dijo Akane bajando los párpados a la mitad y frunciendo el ceño.

Nabiki sonrió con los ojos cerrados.

-Sí, es mi doloroso deber darte una mala noticia, estimada Akane-exclamó Kuno con una expresión terriblemente seria-. Nabiki y yo nos hemos hecho novios.

-¿Eh?

-Ya sé que estabas perdidamente enamorada de mí y esto va a ser un duro golpe para tu corazón-Kuno la rodeó con su brazo libre por los hombros y la estrechó contra sí-, pero estoy seguro que conseguirás superarlo.

Akane, furiosa, cerró en puño su mano e iba a sacudirle, pero Nabiki actuó antes:

-Cielo, ¿qué hablamos sobre esto?-preguntó la chica a la vez que tiraba de una de las orejas del muchacho.

-Vale, vale, sólo era una broma...-contestó Kuno sonriendo mientras dejaba a Akane.

-Veo que estáis muy bien avenidos-dijo esta última con una gota de sudor en la sien.

-Faltaría más-contestó Nabiki-. Y dime, ¿qué haces por aquí paseando bajo la lluvia?

-Bueno, es que tengo una cita...-respondió Akane tímidamente.

-¿Una cita? ¿Tú? ¿Y con quién?-preguntó su hermana con gran intriga.

-Con Ryoga...

-¿Con Ryoga?-exclamó Nabiki. Dirigió la vista a Kuno-Oye, cielo, ¿podrías ir un momento a comprarme algo de comer a la parada ambulante que hay junto al lago?

-¿Ahora quieres que vaya allá abajo?-se quejó el joven. Vio que su novia miraba de reojo a Akane-Está bien, enseguida vuelvo.

Nabiki abrió su paraguas al mismo tiempo que Kuno marchaba hacia las escaleras.

-¿Has dicho con Ryoga?-preguntó Nabiki a Akane-¿Por qué con Ryoga?

-¿Sabes que él tiene un problema parecido al de Ranma y el tío Genma?

-¿Quieres decir que también se transforma en algo cuando se moja con agua fría?-Nabiki se detuvo-Te lo ha explicado todo, ¿verdad?

-¿El remedio contra la maldición de las fuentes de Yushenko? Sí, ya me lo contó.

-¿Me vas a decir que tienes pensado acostarte con él?

-Sí, al principio no lo tenía claro, pero por fin me he dado cuenta que Ryoga es el chico que me conviene.

-¿Y Ranma?

-¿Qué ocurre con Ranma? él sigue tan ligón como siempre. Ahora que ha acabado contigo, no ha perdido tiempo en liarse con Ukyo.

-Akane, Ranma y yo nunca hemos tenido ningún vínculo amoroso-quiso aclarar Nabiki-. Lo nuestro era puramente físico. Y en cuanto yo hubiese visto que...

-No hace falta que me des explicaciones-interrumpió su hermana, seria-. Hablas como si yo sintiera algo por él. Pues has de saber que Ryoga y yo hemos decidido que esta noche confirmaremos que el destino nos va a unir sentimentalmente.

Nabiki no dio crédito a lo que había oído. Conocía a Akane muy bien, demasiado bien, lo mismo que a Ranma.

-¿Estás segura de lo que haces?-le preguntó.

-Claro que lo estoy-afirmó Akane sin dudar-. Y ahora te dejo, que si no llegaré tarde.

Bajo la lluvia, con su paraguas protegiéndole de esta, Nabiki, cavilante, miró atenta y seriamente a su hermana marcharse.

****

Ranma, vestido con su kimono de artes marciales, golpeaba con la planta de su pie derecho, sin cesar y con toda su fuerza, el saco de entrenamiento que había en el gimnasio Tendo. Un último golpe que dio más fuerte reventó el objeto y todo su contenido se esparció por el suelo. Ranma se pasó la mano por la frente, mientras respiraba entrecortadamente. En ese momento escuchó un aplauso.

-Muy bien, Ranma-felicitó Nabiki llegando junto a él. Le entregó una toalla-. Un buen modo de desahogarse.

-¿Qué insinúas con eso?-preguntó el otro serio, mientras se secaba el sudor.

-Akane y Ryoga tienen pensado hacer el amor esta noche.

Ranma se quedó inmóvil por unos segundos.

-¿Y a mí qué me cuentas?-contestó por fin. Se puso la toalla sobre los hombros-Que les vaya bien.

-¿No te importa que Ryoga te quite a Akane?

-Que yo sepa, Akane no es nada mío.

-¿Tú también crees que ella es la destinada a romper la maldición de Ryoga, y por tanto a ser su mujer?

Ranma tardó en responder.

-Exacto-dijo.

-Sois igual de atontados, tanto el uno como el otro-sentenció Nabiki-. Vuestro estúpido orgullo os va a perder. Fíjate en mí, yo no dudé en luchar hasta el final para conseguir el amor de Kuno, haciendo algo poco ortodoxo, incluso. Y lo mismo que Kasumi: Ella no vaciló en acostarse contigo para liberarse de sus miedos y amar así plenamente al Dr. Tofu.

Ranma subió sus cejas. Siempre le sorprendería la capacidad de esa chica por enterarse de los secretos de todo el mundo.

-Pues tú debes hacer lo mismo-continuó Nabiki-. Si tú quieres a Akane tienes que esforzarte por lograr su amor.

El muchacho estuvo en silencio por un momento, sorprendido por la pasión que había puesto la segunda de las Tendo en su plática.

-Lo que ocurre es que crees que es culpa tuya que Akane y yo no acabemos juntos-dijo sonriendo amigablemente.

Nabiki no contestó, y desvió la mirada.

-Ya te dije que eso no tiene nada que ver-aclaró Ranma de nuevo, queriendo tranquilizarla-. Bueno, me voy a avisar a tu padre sobre lo que ha pasado con el saco de entrenar. Luego me tomaré una ducha e iré a visitar a Ukyo a la crepería. Nos vemos después.

Nabiki entrelazó las manos sobre su nuca mientras Ranma salía del dojo.

-Bien, yo he hecho lo que he podido-dijo sola-. Ahora ya es cosa vuestra, parejita.

****

La puerta de la habitación de Akane se abrió y entraron en la estancia ella misma y Ryoga.

-¿Seguro que no nos importunará nadie?-preguntó él mientras encendía la luz.

-Sí-respondió Akane cerrando la puerta. En su mano derecha llevaba un vaso de agua, el cual dejó en la mesita de noche, junto a unos preservativos que se había sacado de un bolsillo-. Esta noche sólo está en casa Kasumi, y me ha prometido que hará la vista gorda.

-¿Y Ranma?

-Ni lo sé ni me importa-contestó fríamente la joven mientras corría las cortinas. Se giró y sus ojos se cruzaron con los de Ryoga, quien se encontraba de pie a poca distancia de ella, con la cama a su espalda. Pasaron unos segundos.

-¿Nos sentamos?-dijo finalmente Ryoga.

Los dos tomaron asiento en la cama, el uno al lado del otro, y permanecieron unos cuantos segundos más así, nerviosos, sin dirigirse la mirada ni decirse palabra.

-Oye, Akane...

-¿Sí?

-¿Estás segura que quieres hacerlo?

-Sí, lo estoy-contestó ella volviéndose hacia él. Ryoga también la miró.

-Mira, si quieres volverte atrás, eres libre de hacerlo. Me parece que esto está resultando muy precipitado. Yo ya me siento dichoso por el hecho que hayas aceptado salir conmigo.

Akane mantenía la boca medio abierta mientras oía aquellas palabras. Pasó cariñosamente su mano por el pelo del joven artista marcial.

-¿Recuerdas cuando fuimos a aquel hotel?-preguntó la joven.

-¿A qué viene esa pregunta?-dijo Ryoga tristemente, girando la cabeza hacia otro lado.

-¿Te acuerdas de lo que hablamos? Yo no pude hacerlo porque sentía miedo. Tenía miedo de descubrir, una vez hubiéramos acabado, que tú ya no te transformabas. Te pedí tiempo para reflexionar sobre ello. Y es lo que he hecho. Cuando me confesaste que tú eras P-chan, y lo demostraste ante mis ojos, he de reconocer que en un principio me sentí ultrajada. Te había tenido entre mis brazos piel contra piel, te habías ido haciendo conocedor de mis secretos e intimidades, hasta me habías visto masturbarme.

Ryoga apartó otra vez la mirada de ella.

-Pero entonces reparé en el esfuerzo que debías haber hecho al darme esa confesión-siguió hablando Akane-. Me di cuenta que todo eso no lo habías hecho con malicia, sino porque querías estar cerca de mí, saberlo todo de mí. Yo cuidaba de P-chan, pero en verdad eras tú quien en la sombra me estaba cuidando y protegiendo. Y no sólo como P-chan. Hasta ahora no lo había entendido, pero tú siempre has estado ahí para salvarme de las situaciones difíciles, y me has apoyado y ayudado en mis problemas. Es por eso que he decidido que quiero corresponderte, Ryoga, y descubrir junto a ti si estamos hechos el uno para el otro.

Ryoga temblaba. Sin hablar nada más, los labios de ambos se fueron acercando, al tiempo que los ojos se fueron cerrando. Un cálido y dulce beso les unió.

-Ryoga, ¿puedes ir a cerrar la luz?-pidió Akane.

-Bueno, pero si te parece bien dejaremos encendida la lámpara de la mesita de noche.

La joven asintió con la cabeza.

Después del intercambio de luces se desnudaron por separado, dándose la espalda, los dos ruborizados. Cuando Ryoga se volteó una vez hubo terminado, vio a Akane tumbada en su cama. Se maravilló ante su cuerpo desnudo, brillante pese a la poca luz. Ella le miraba cortada y temerosa, y lenta y tímidamente recorrió con la vista el cuerpo del muchacho.

-¿Soy bonita?-preguntó.

-Eres un ángel, Akane.

-¿No crees que parezco un chico? Tengo poco pecho, y las caderas estrechas, y mis piernas son gordas.

-En absoluto. No hay nada equivocado ni desagradable en ti.

Akane sonrió por primera vez en todo ese tiempo.

-Ven...

Ryoga se estiró sobre ella y se besaron ardientemente, mezclando saliva y tocándose las lenguas.

-¿Dónde has aprendido a besar así, Ryoga?

-Bueno, que yo recuerde, eres la primera chica a quien he besado.

El muchacho lanzó besos cortos por todo el rostro de Akane, y luego siguió su recorrido por el cuello de la joven. Puso su cara entre los pechos de la muchacha y lamió el canal que había entre ambos, al tiempo que sus manos los amasaban como si fueran pan.

-He leído que si se frotan los pechos así estos se vuelven más grandes-dijo alzando la cabeza-. ¿Te gusta?

-Por favor, no me preguntes eso...-contestó Akane ruborizada y con los ojos medio abiertos.

Ryoga, goloso, succionó los pezones como un bebé.

Siguió bajando, y se encontró con que las piernas estaban cerradas. Se erguió, y Akane dobló las rodillas hacia arriba sin separarlas. Ryoga, enérgico, las agarró y las abrió haciendo fuerza.

-¡No, no me mires aquí!- exclamó Akane. Se cubrió la cara con las manos.

Ryoga le acarició los muslos, de la parte interna hacia fuera.

-Me haces cosquillas...

El joven volvió a tumbarse, y observó atentamente la abertura que tenía Akane entre las piernas. La vio muy diferente de lo que había visto en los libros de anatomía y en las películas, con un aspecto mucho menos frío. Pasó la punta de su dedo índice por encima y después lo insertó dentro despacio. La joven, con la cabeza volteada a un lado, aspiró entre dientes.

-¿Te hago daño?

-No, no, está bien...

Ryoga no pudo aguantar la tentación, y empezó a lamer como si fuera un perro. Metió dentro su lengua, y la agitó de derecha a izquierda, y luego de arriba abajo, desplazándola cada vez más adentro. Akane arqueó la espalda.

Su compañero se salió del interior y lengüeteó en torno al lugar. Encontró el clítoris y lo situó entre sus labios, chupeteándolo.

-¡Aaah, me gusta!

Mientras tanto, el fluido vaginal estaba saliendo.

-Akane, ¿estás preparada?-preguntó Ryoga sin poder esperar más.

-Estoy preparada. Por favor, hazlo con cuidado.

-Lo haré.

Ryoga cogió uno de los preservativos y se lo puso. Akane apretó los párpados.

Con lentitud, el muchacho entró en la vagina, y se encontró con una barrera, húmeda y caliente, que le impedía continuar. La traspasó sin problemas.

-¡Yaaaay!-gritó Akane.

Ryoga la besó, mientras terminaba de hacer todo el camino.

-Akane, perdóname-se disculpó.

-No, estoy bien, no te preocupes por mí-dijo ella sonriendo con lágrimas en los ojos.

-Akane...

Ryoga comenzó a moverse dentro y fuera de su amada, mientras ella le rodeaba con los brazos. Los dos eran completamente uno solo, sincronizando sus movimientos y respiraciones.

Poco después cambiaron de posición, situándose Akane encima de él de rodillas. Ryoga, feliz, la veía agitarse con pasión.

-¡Aaah! ¡Aaaaah!-orgasmeó la joven-¡Ranma!

****

-Muchas gracias por su visita-dijo Ukyo haciendo una reverencia a los últimos clientes que marchaban de la crepería-. Bueno, pues ya es la hora de cerrar.

-Veo que te desenvuelves muy bien pese a no tener a nadie que te ayude-comentó Ranma, sentado al otro lado de la barra.

-Ahora que me controlo mejor los gastos y el éxito del restaurante ha aumentado, estoy pensando en contratar personal-dijo la muchacha con entusiasmo-. Y seguramente me decida por hacer también reparto a domicilio.

-Toda una joven emprendedora.

Ukyo le sonrió.

-¿Me ayudas a lavar los platos?

-Bueno.

En la cocina, Ukyo fregaba la vajilla que quedaba aún sucia y se la iba entregando a Ranma, quien la secaba con un trapo y la metía en el armario. Conversaban desenfadadamente.

-Y hablando de todo-dijo él-. Quisiera pedirte perdón.

-¿Perdón? ¿Por qué?

-Ayer te mentí. No era cierto que fuera mi hora tope, cuando volvimos del restaurante de Shampoo. Lo que ocurría es que me había comprometido con la hermana mediana de las Tendo para ayudarla en una cosa.

-No importa, olvídalo-dijo Ukyo dándole un nuevo plato-. Ver tu sonrisa toda la tarde de ayer fue más que suficiente para mí.

La joven cocinera se sonrojó. No había sido su intención decir aquello.

-Ukyo, ¿quieres que comprobemos si estamos hechos el uno para el otro?

El plato que tenía la muchacha entre las manos cayó al suelo y se rompió en pedazos. Hubo silencio. A los pocos momentos ella reaccionó ante esas palabras.

-Ra... Ranma...-tartamudeó mirándole sorprendida y ruborizada. El joven estaba serio.

-Estos días me he dado cuenta que, de las tres chicas que siempre han ido detrás de mí, tú eres la única que me profesaba amor auténtico, y desinteresado. Tú siempre has estado a mi lado animándome, sin esperar nada a cambio.

-Bueno, yo...No puedo decir que eso sea del todo cierto, Ranma. Al principio te molestaba tanto o más que Kodachi y Shampoo-dijo ella tristemente-. Fue al final cuando me rendí, conformándome con ser sólo tu amiga...

-Y ahora lo comprendo, Ukyo. Comprendo cómo te sentías. No has querido demostrar tu amor porque creías tener claro que no serías correspondida, y tras tu sonrisa de mejor amiga has sufrido todo este tiempo en silencio, mientras te preocupabas de mí, no como una amiga, sino como una persona enamorada.

Ukyo le miraba fijamente, con el reflejo de sus ojos agitándose.

-Quiero saberlo, Ukyo-exclamó Ranma-. Quiero saber si tú eres la chica de mi vida. ¿Quieres saberlo tú?

La única respuesta de la joven fue un fuerte abrazo mientras sus lágrimas saltaban a borbotones.

En la misma cocina, Ranma se había sentado en una silla, y Ukyo lo había hecho sobre su regazo, dándole la espalda. Las manos del muchacho masajeaban los pechos de ella, libres de la venda que los sujetaba, la cual estaba tirada por el suelo, como la ropa de los dos. Apartando el pelo, Ranma mordió suavemente el lóbulo de la oreja de Ukyo.

-Aaah...-gimió la joven, moviendo su cuerpo en respuesta a la sensación.

El muchacho puso su lengua en el oído de ella, y luego besó detrás de este. Continuó besando, ahora el cuello y la nuca, y Ukyo volvió a estremecerse. Le giró la cabeza y se besaron en la boca, enroscándose las lenguas. Mientras tanto, Ranma seguía masajeando los pechos, haciendo grandes movimientos circulares. Entonces cogió los pezones y los estimuló haciéndolos rodar entre el índice y el pulgar.

-Aah...Ranma, eres bueno...

Los pezones se volvieron duros y rojos en los dedos del joven. A continuación, y sin dejar de actuar sobre los pechos de Ukyo, bajó una mano y se dedicó a mover su dedo sobre la vulva, arriba y abajo. Halló el clítoris y comenzó a jugar con él, primero con suavidad, luego más fuerte.

-¡Aaaah! ¡Síii!

Separando los labios, puso el dedo en el interior, y lo fue moviendo dentro y fuera de ella, cada vez más rápido. Ukyo gemía desesperadamente. Su sexo estaba mojado y listo.

-Ukyo, voy a entrar.

-...Vale.

Ranma la cogió por los muslos y la alzó en el aire. La fue bajando despacio, hasta que los genitales de ambos entraron en contacto. El pene grande y rígido se deslizó en el interior de la vagina, la cual lo envolvió. Ukyo gritó de nuevo.

Ranma comenzó a moverse dentro y fuera de ella lentamente. Abrió más las piernas de la joven, entrando con mayor profundidad. El ritmo iba incrementándose, y Ukyo también se movía, mientras Ranma no dejaba de estimular su clítoris con los dedos.

-¡Más fuerte! ¡Más fuerte!-exclamaba ella.

En un momento en que subía, la joven se corrió. Seguidamente Ranma se salió y vertió su semen sobre el estómago de Ukyo, hasta la altura de los pechos.

-Cuanto...-dijo la muchacha al ver brotar el esperma. Se giró hacia su compañero y volvieron a besarse, entre pequeños jadeos. Estuvieron un pequeño rato descansando.

Ukyo se levantó de encima de Ranma y, con una sonrisa, señaló a su espalda la pila del grifo. El muchacho asintió con la cabeza y, levantándose de la silla, se dirigió al lugar indicado por la joven.

-Ranma, no había visto tu culito-dijo Ukyo a su espalda-. Qué mono es.

El joven la miró de reojo, y abrió el agua fría. Puso sus manos bajo el chorro de agua. Se volvió hacia Ukyo.

-¿Y bien?

La muchacha estaba inmóvil, con la vista clavada en él.

-Ranma...Sigues siendo un hombre...-hizo una pausa-¡No te has convertido en chica!

él se miró todo el cuerpo que podía ver. Ukyo se le lanzó encima y le abrazó.

-Ranma, qué feliz soy-dijo entre sollozos, apoyando la barbilla sobre el hombro del joven-. Esto significa que somos el uno para el otro, que estamos destinados a compartir nuestras vidas. Al final resulta que nuestros padres no iban tan desencaminados-después de unos pocos momentos se separó de él-. Bueno, y por supuesto, también me alegro de que te hayas librado de la maldición de...

Ukyo se fijó en la expresión perdida del rostro de Ranma.

-¿Qué ocurre, Ranma? ¿No te alegras?

Entonces él le dirigió una mirada entre desvalida y triste.

-Ukyo. Yo...Creía que si la prueba daba resultado positivo, todo mi amor sería para ti, para siempre. Pero, pero...No puedo pensar en perder a Akane. Me es imposible. Mi corazón le pertenece a ella-las lágrimas corrieron por sus mejillas-. Estaba seguro que lo había superado, pero ya ves.

Ukyo escuchaba aquellas palabras con una sensación de gran dolor en el pecho. Entonces sonrió.

-Ranma, ve con ella.

-Ukyo...

-Indudablemente, esta es la prueba definitiva de que el amor lo vence todo, incluso al destino.

-Ukyo...Gracias.

Ranma se vistió rápidamente, mientras la joven se había quedado sentada en la silla, contemplándole.

-Siempre serás mi mejor amiga-dijo él acariciándole una mejilla.

-Anda, vete ya-dijo Ukyo con amabilidad-. Seguro que Akane te está esperando. Y como dijo Shampoo, suerte.

Ranma asintió decidido con la cabeza. Salió a toda prisa de la crepería, y, una vez en la calle, tropezó con un cuerpo y cayó al suelo sobre su trasero.

-Eh, ¿por qué no te fijas por donde...?-exclamó la otra persona, que también se había caído. Los dos se miraron, y Ranma vio que era Ryoga.

-¡Ryoga!-ambos se pusieron de pie-¿Tú y Akane...?

-Sí, Ranma, lo hemos hecho, si es lo que quieres saber-contestó el otro seriamente.

Hubo silencio.

-¿Y?-preguntó Ranma.

-Ya nunca más volverás a ver a P-chan.

Ranma, alicaído, bajó la mirada.

-Ranma, Akane te quiere a ti-oyó decir a Ryoga. Le volvió a dirigir la vista-. Ella te está esperando en casa. Sé que tú también la amas, así que hazme el favor de hacerla feliz, ¿de acuerdo?

-Te lo prometo.

Ryoga observó a Ranma marcharse corriendo. Después de un rato, continuó su camino. Vio luces en la crepería de Ukyo, y se decidió por entrar.

-Eh, Ryoga, lo siento, pero ya he cerrado-dijo la joven apareciendo al otro lado de la barra, mientras se ataba el cinturón de su kimono masculino.

-Deja que me quede un poco-contestó el muchacho sentándose en uno de los taburetes, enfrente de ella-. Ahora lo que más necesito es algo de compañía-se fijó en su cara-. ¿Cómo es que tienes los ojos tan rojos?

-El típico desengaño amoroso que todos hemos de sufrir alguna vez-respondió Ukyo con una pequeña sonrisa.

-Sí, sé lo que quieres decir. A mí también me acaba de pasar.

Ukyo le miró con la boca entreabierta, entendiendo lo sucedido.

-Creo que me volveré a mi casa con mis padres-continuó Ryoga-. No podría soportar seguir viviendo aquí.

-Oye, ¿y por qué no te quedas a trabajar en la crepería?-propuso Ukyo, viniéndole la idea de repente-El otro día nos compenetramos de maravilla cuando echamos a Kodachi y su hermano del local. Necesitaría a alguien como tú para ayudarme a poner a raya a los camorristas. Precisamente ahora estoy pensando en contratar personal. ¿Cómo lo ves?

-Pues...

-Y si quieres, puedes dormir aquí. Tengo una habitación libre. Estoy segura que lo preferirías a continuar usando un saco de dormir con el cielo como único techo. ¿Qué me dices?

-No estaría mal. Pero mira, déjame pensarlo esta noche y mañana te daré una respuesta.

-Muy bien-dijo Ukyo volviendo a sonreír, esta vez sin tristeza.

****

El calzado de Ranma salió disparado y cayó sobre el suelo del recibidor, mientras el joven entraba con paso rápido al interior de la casa. Abrió con celeridad la puerta corredera de la sala de estar.

-Kasumi, ¿está Akane en...?

La inesperada escena que vio a continuación le hizo abrir bien los ojos: Kasumi estaba sentada sobre un lado de la mesa y delante de la puerta, y alguien se encontraba de rodillas entre sus piernas, de espaldas a Ranma, cubierto por la falda de la joven. Unas bragas estaban tiradas en el suelo.

Los gemidos de Kasumi fueron interrumpidos por la presencia del muchacho, y de debajo de la falda salió el Dr. Tofu. La pareja miró a Ranma enrojecida y sin saber qué decir.

-Ranma, no esperaba que regresaras tan pronto...-dijo Kasumi por fin.

“¿Y por qué no?”, pensó él.

-¿Está Akane en casa?-preguntó.

-Sí, se halla en su habitación-respondió Kasumi.

-Gracias.

Ranma subió de cuatro en cuatro los escalones que daban al piso de arriba y, una vez delante de la puerta de la habitación de Akane, la abrió. Estaba oscuro, así que le dio al interruptor de la luz. Dentro de su cama, tapada por la sábana y tumbada de espaldas, se encontraba la chica que amaba.

-Akane.

La joven se volvió, al tiempo que Ranma caminaba hasta ella y se sentaba en la cama. El muchacho se turbó al ver sus ojos y su nariz enrojecidos, y tapada hasta la boca, como si sintiera vergüenza de sí misma.

-Vete, Ranma-exclamó-. No quiero verte. No quiero ver a nadie.

-Akane, ¿qué ha pasado?

-¿Qué ha pasado? Que soy una cerda, eso es lo que ha pasado-se dio la vuelta-. He hecho daño a una buena persona como Ryoga, le he dado la esperanza de corresponderle, pero no he podido. No he podido porque estoy enamorada de ti, maldito estúpido.

Akane se enderezó y abrazó a Ranma con todas sus fuerzas. La sábana resbaló y dejó descubierta la parte de arriba de su cuerpo desnudo. Sentir la piel de su amada contra sí, pese a estar su ropa entre ellos, fue una sensación indescriptible para el muchacho.

-Ryoga ya me ha contado que estáis destinados. Que ya no volverá a convertirse en cerdo.

-¿He hecho mal en rechazarlo, Ranma? He cambiado el destino, me he alejado de una persona que me amaba para enamorarme de otra que no me soporta.

-¡Akane!-exclamó Ranma-Yo también he roto mi maldición y no volveré a ser una chica. Fue con Ukyo.

-¿Eh? ¿Y por qué no estás con ella?

-Porque quiero estar contigo. Te quiero, Akane. Y no me importa lo que diga el destino.

-Oh, Ranma...¿Hablas en serio? ¿No me engañas?

-Akane, ¿quieres que cambiemos el destino juntos?

La joven le abrazó de nuevo. Esta vez Ranma también la rodeó con sus brazos.

-Sí, Ranma, cambiémoslo juntos...-susurró ella.

Felices, se miraron el uno al otro.

-Por cierto, Akane, te estoy viendo las tetas.

La joven miró hacia abajo.

-Bueno, ¿y qué importa?-dijo-Ya me las viste una vez, cuando llegaste a esta casa. De hecho, me viste todo el cuerpo.

-Uhm, pues yo diría que desde entonces se han hecho más grandes. A ver...

Las palmas de Ranma se posaron sobre los pechos de Akane, y las movió sobre ellas. La joven apoyó las manos sobre el colchón, tirando un poco el torso hacia atrás. Observaba seria, con los ojos medio cerrados y sonrojada.

-Sí, mucho más grandes...

-Pero veo que a ti también se te ha puesto algo más grande desde esa vez.

Akane puso su mano sobre el bulto que se había formado en la bragueta de Ranma. Bajó la cremallera y salió fuera el miembro erecto del joven, desafiante.

-Desde luego, mucho más grande sí que lo está-dijo la muchacha con la vista puesta en el órgano. Lo rodeó con su mano-. Terso y caliente...Siento la sangre correr por él-lo empezó a frotar.

-Akane...

Ranma la besó en la boca. Fue un beso largo, cálido, húmedo. Un verdadero beso.

Akane apartó su boca y le besó en la mejilla. Sin dejar ir el pene, se salió de la cama y se puso a cuatro patas sobre esta, de lado respecto a Ranma. Bajó la cabeza y acarició dulcemente el miembro con sus mejillas. Luego lo deslizó en su boca. Lo fue metiendo y sacando vigorosamente.

-¡Uah!-gimió Ranma. Puso sus manos sobre el pelo de la joven.

Pese a no tener experiencia, Akane era realmente buena en eso. Ranma pensó que le debía venir de familia. ¿Lo heredarían las hermanas Tendo de su madre? El joven movió su mano por debajo del vientre de Akane, e insertó unos dedos en su vulva. Los movía al ritmo que agitaba Akane su cabeza, y los fluidos vaginales recorrían su mano hacia abajo, al igual que los muslos de la joven. De repente ella succionó, lo bastante fuerte para que su cara se contrajera hacia adentro.

-¡Uh!

Quitándoselo de la boca, Akane lamió arriba y abajo la longitud del miembro.

-Ranma, lo deseo. Deseo que me hagas el amor.

-Sí, es el momento.

Akane se dio la vuelta, sin abandonar su posición a gatas, ofreciéndole a Ranma su trasero. él se desnudó y, situándose de rodillas detrás de ella, cogió uno de los preservativos que aún había sobre la mesita de noche.

-Ranma, date prisa-dijo Akane. El rostro desesperado con que le miraba y el movimiento a derecha e izquierda de sus nalgas mientras hablaba, volvieron loco al muchacho.

Ranma se cogió a las caderas de la joven, y entró en ella con suavidad.

-¡Ah, me he acoplado a Ranma! Ahora somos uno...

Ranma se movía dentro y fuera de ella lentamente. Los muros de Akane se habían cerrado a su alrededor, trayéndole un increíble placer.

-Ah...Ah...Ah...-gemía Akane, cada vez más desesperadamente. La estrechez de su vagina estaba empujando a Ranma a su límite, más rápidamente de lo que él quería ir.

-¡Akane, me corro!

-¡Me gusta! ¡Me gusta! ¡Aaah!

Justo cuando el cuerpo de la joven se movió con la energía de su orgasmo, un torrente de esperma brotó de Ranma.

Los dos, jadeantes, se estiraron en la cama, de lado, mirándose el uno al otro.

-Te quiero, Ranma.

-Te quiero, Akane.

Se besaron.

-¿Así que ya no volverás a convertirte en chica?-preguntó Akane, mientras restregaba su nariz por la cara de Ranma.

-Ya no-contestó él dichoso-. Se acabó el temer al agua fría, el tener que soportar humillaciones, y ya podré ir a la playa sin preocuparme de nada.

-Pues es una lástima-dijo Akane pensativa-. Tenía cierta fantasía...

Viernes.

-Entonces, ¿habéis decidido regresar a China, al pueblo de las Amazonas?-preguntó Ranma desde el otro lado del mostrador.

-Así es-contestó Shampoo-. Nos iremos a final de mes. En cualquier caso, el restaurante ya empezaba a tener pocos clientes. La crepería de Ukyo y Ryoga se los está llevando todos. He de reconocer que la calidad de sus platos ha aumentado considerablemente.

-Estarás orgulloso de tu novia, ¿eh, Ryoga?-le dijo Ranma a este, quien estaba sentado a su lado.

-Oye, que Ukyo y yo sólo somos amigos-protestó el joven-. Que llevemos juntos la crepería y vivamos en la misma casa no significa nada.

-Bueno, no es eso lo que me ha contado Ukyo esta mañana en el instituto...- dijo Ranma con tono sarcástico.

Ryoga se sonrojó. Los otros tres rieron.

-Y tú, Mousse, ¿estás seguro de lo que vas a hacer?-preguntó Ranma al joven, el cual estaba junto con Shampoo-Piensa que en el pueblo de las Amazonas quienes mandan son las mujeres.

-Bah, ¿qué más da?-respondió él. Puso su brazo sobre los hombros de la joven china-Mi adorable Shampoo tiene permiso de mandarme todo lo que quiera-la besó en la mejilla.

-Aquí no, Mousse, que nos están mirando...-Shampoo dirigió la vista a Ranma- Eh, y ahora que volvéis a ser una familia unida, ¿qué tenéis intención de hacer? ¿Regresaréis a vuestro pueblo?

-Bueno, no, el compromiso entre Akane y yo continúa en pie-explicó el joven-. Mi madre también se quedará a vivir en el dojo.

-Al final vuestros padres se han salido con la suya, ¿eh?-dijo Ryoga.

Sábado.

La bisabuela de Shampoo y el maestro Happosai entraron en la biblioteca que había en casa de la primera, y ella se dirigió a las estanterías llenas de libros que había al fondo.

-¿A qué viene esta prisa por recuperar los libros que me prestaste?-preguntó-Si hasta final de mes no nos vamos. Hay tiempo de sobra para que te los devuelva.

-Sí, eso dices, pero luego se te hubiera olvidado-contestó Happosai serio, con el dedo índice alzado-. Ya sabes que a tu edad falla mucho la memoria.

-Qué gracioso-dijo Cologne desde lo alto de la escalerilla, delante de la estantería-. ¿Cuántos años crees que me llevas?

Happosai anduvo un poco por la sala y se fijó en una mesa del rincón, donde en un pergamino que sobresalía por debajo de otros descubrió un dibujo de las fuentes de Yushenko.

-Ah, ¿estos son los famosos pergaminos donde se menciona la solución a la maldición de las fuentes de Yushenko?-preguntó mientras los sacaba y los hojeaba.

-Eh, no me desmontes las cosas, que lo tengo todo ordenado-exclamó Cologne, llevando unos seis libros entre las manos.

-Pero esto no es exactamente lo que mencionó Ranma cuando nos dijo que había roto con su maldición-dijo Happosai extrañado, después de leer la última página de los pergaminos.

-Sí, ya lo supongo-contestó la otra, mientras bajaba la escalerilla-. Todos se marcharon rápidamente, antes que pudiera acabar de leer el remedio. Shampoo y Mousse son los únicos a quienes he tenido ocasión de leérselo entero. Y conociendo a mi nieta, dudo que se haya dignado a advertir a Ranma.

-Pero esto no deja de tener su gracia- Hapossai leyó-: “La cura de la maldición. Aquel o aquella que haya caído en las fuentes malditas de Yushenko estará libre de transformarse en el momento en que intercambie fluidos sexuales con la persona con quien está destinado a compartir su vida, durante el acto físico del amor. Pero si una vez libre, mantiene a continuación relaciones físicas con alguien que no ha sido asignado por el destino para estar junto a él/ella, entonces volverá a ser afectado por el agua fría, recuperando su maldición particular...”

FIN