La chica de mi vida

Por:

Parte 2


Martes.

Durante la noche anterior, cuando Ranma se encontró en casa con Akane, este no se atrevió a comentarle que la había visto salir de aquel hotel con Ryoga. Al fin y al cabo, ella no tenía ninguna obligación de darle explicaciones. Si ellos dos estaban prometidos era porque los padres de ambos lo habían decidido, y no porque tuvieran un compromiso sentimental. Pero entonces, si era así, ¿por qué Ranma sentía esa sensación? Akane, por su parte, no le dirigió la palabra, y se fue pronto a su habitación. Entonces un nuevo pensamiento vino a la cabeza del muchacho: el hecho que Akane y Ryoga estuvieran juntos en esa situación significaba que él se lo había contado todo a ella, incluido su poder de transformación y que era ni más ni menos que P-chan, el querido cerdito de Akane. La debió convencer argumentando lo bien que se compenetraban cuando él estaba convertido en P-chan y entonces...¿Entonces qué? ¿Ryoga debía haber dejado de transformarse, demostrando de este modo que él y Akane estaban hechos para estar juntos? ¿O quizá no?

Todos estos pensamientos pasaban por la mente de Ranma mientras permanecía adormecido con la cara sobre sus brazos y estos sobre su pupitre, mientras había un descanso entre clases. No pudo dejar de pensar en ello durante toda la mañana y, para no variar, esa tarde también volvía solo a casa. Akane tampoco había ido con él a la ida, sino que dijo que había quedado con unas amigas. Empezaba a darse cuenta que ya no le importaba mucho el sacarse de encima la maldición, y se sintió abatido. Sus pasos, y su deseo de hablar con alguien de confianza y que le escuchara, le guiaron hasta la crepería de Ukyo, cuya sonrisa al verle entrar ya le animó.

Hola, Ranma, bienvenido- le saludó la joven-¿Tomarás lo de siempre?

-Sí, por favor-respondió el recién llegado sentándose junto a la barra.

En el establecimiento había un par de parejas sentadas a las mesas, al igual que dos chicas estudiantes de instituto, juntas y vistiendo el uniforme.

-Toma, tu “crep” favorita-dijo Ukyo sirviéndole lo que le había pedido-. Que aproveche.

-Gracias-contestó Ranma.

Mientras empezaba la “crep”, Ukyo le contemplaba como hechizada, apoyada en la barra y con una pequeña sonrisa.

-Te veo triste, Ranma-dijo-. Hoy no te comes la “crep” con el entusiasmo de siempre. ¿Qué es lo que te preocupa?

-He descubierto el remedio para que deje de transformarme en chica cuando me mojo con agua fría-respondió el otro espontáneamente, no dudando en confiar en la discreción de la muchacha.

-¿De verdad?-exclamó Ukyo sorprendida.

Ranma se sintió desahogado cuando hubo terminado su relato sobre lo hablado en el restaurante de Shampoo.

Ukyo se quedó sin habla durante unos segundos.

-Un momento-dijo extrañada-, ¿estás seguro que ese remedio funciona? ¿No será una argucia de Shampoo y su abuela para que caigas en sus redes?

-No lo creo. Shampoo y Mousse lo probaron, y funcionó. Ahora están juntos.

-Vaya...

Ranma continuó comiéndose la “crep”, al tiempo que Ukyo se mantuvo pensativa.

-¿Y ahora qué vas a hacer?-preguntó-¿Se lo has contado a Akane?

-No, ni falta que hace. Ella se ha enterado por mediación de Ryoga. Ayer los vi salir de un hotel de alquiler de habitaciones.

Ukyo se volvió a sorprender. Vio la depresión en la mirada de Ranma. Si había alguna persona ante la cual el muchacho no podía evitar exteriorizar sus verdaderos sentimientos, esa era la joven cocinera.

-Vamos, anímate-le dijo-. Si quieres, mañana me tomo el día libre y te acompaño a alguna parte para que te distraigas. Podríamos ir al cine, o al parque de atracciones. ¿Qué te parece?

Ranma miró a una sonriente Ukyo.

-¿No te importa?

-Claro que no-contestó ella alegre-. Soy tu amiga, y entre amigos hay que ayudarse.

-Más que mi amiga, eres mi prometida, ¿recuerdas?

-Eso fue una tontería que hicieron nuestros padres-respondió ella-. Yo ya he olvidado que nos prometieron cuando éramos niños.

Los ánimos de Ranma fueron volviendo al joven, tras esa conversación con su amiga de la infancia.

-Gracias, Ukyo, siempre es un placer hablar contigo-dijo consiguiendo sonreír.

-Calla, que vas a hacer que me ponga colorada-contestó dándole amigablemente en la frente con una paleta de cocinar. Pero su semblante cambió al dirigir la vista a la entrada-. Hablando de Ryoga...

Ranma se volvió a su espalda. Allí vio al mencionado, quien, al fijarse en él, se dirigió hacia la barra.

-Hola, Ranma, ¿qué tal?-dijo con una sonrisa mientras se sentaba al lado de este-Hola, Ukyo.

-Hola, bienvenido, Ryoga-saludó esta con seriedad-. ¿Qué va a ser?

-Quisiera una “crep” de gambas, por favor.

-Marchando.

Ranma continuó con su plato, tratando de ir lo más rápido posible.

-¿Cómo va tu búsqueda de la chica ideal, Ranma?-le preguntó Ryoga no sin cierto retintín.

-¿Y la tuya?-contestó el otro sin amilanarse-¿Ya has dejado de transformarte en cerdito? Me pregunto cómo debiste conseguir engatusar a Akane para que se acostara contigo. Creí que a ella lo que le iba era la zoofilia.

Sin decir palabra, Ryoga cogió el vaso de agua que tenía delante y de un movimiento seco echó su contenido a la cara de Ranma.

-¿A qué ha venido eso?-exclamó este molesto, convertido en chica.

-No te metas con Akane-dijo Ryoga enérgico-. Como tú muy bien dijiste, lo que hagamos ella y yo no es asunto tuyo.

A Ranma le entraron muchas ganas de golpearle, pero la voz de Ukyo le controló:

-Cálmate, Ranma-le oyó decir-. No te rebajes a ello. Y tú aquí tienes tu “crep”.

-Gracias-correspondió Ryoga, y empezó a comer.

Ranma terminó rápidamente con su “crep” y pagó a Ukyo.

-Bueno, nos vemos aquí mañana después de las clases, ¿de acuerdo?-le dijo esta haciendo un ademán con el dedo pulgar.

-De acuerdo, hasta mañana.

Ranma se dispuso a irse, pero al girarse hacia la salida se topó con un cuerpo sólido que se alzaba más allá de su coronilla. Miró hacia arriba y vio el rostro desagradablemente sonriente de Kuno.

-Hola, chica de la trenza-le saludó-. No esperaba encontrarte por aquí.

-Yo tampoco-dijo Kodachi saliendo por detrás de su hermano.

Ranma retrocedió espantado, volviendo a sentarse en el taburete.

-Nabiki ya me ha contado lo que sientes por mí-dijo Kuno en tono seductor-. Yo ya sabía que no podías resistirte a mi atractivo.

-¿Qué?-balbuceó Ranma sin entender. Ryoga y Ukyo se volvieron hacia ellos con los ojos como platos.

-Mañana por la noche te estaré esperando impaciente para que consumamos nuestra pasión-continuó Kuno.

-¿Qué?-repitió Ranma en un tono más alto.

-Y no te preocupes, he comprado condones. La protección ante todo.

-¿Quéeee?- exclamó Ranma anonadado.

-Ey, un momento-intervino Kodachi-. Yo ya le he dado el beso a la chica de la trenza, hermano. Seré yo quien la desvirgue.

Ranma escuchó aquello aún más consternado.

-Muy bien, hermanita-dijo Kuno sonriendo con superioridad-. ¿Quieres que hagamos un combate para elegir quien lo hará con ella?

-Encantada-respondió la otra con la misma sonrisa, y sacando de alguna parte sus mazos de gimnasia rítmica.

Kuno desenvainó su arma de kendo y la pareja inició el combate.

-Eh, un momento, si quieres pelearos os vais fuera-exclamó Ukyo.

Sin hacer ningún caso, los dos hermanos continuaban su pelea moviéndose por el establecimiento.

-Será mejor que aproveches para irte, Ranma-le dijo Ukyo-. Y tú, Ryoga, ¿me ayudas a calmar los ánimos de ese par?

-De acuerdo-contestó haciendo crujir sus nudillos-. No está nada bien que armen tanto jaleo en un restaurante tan apacible y acogedor como este.

-Gracias por el cumplido-respondió Ukyo sonriéndole. Con su gran pala en la mano, saltó por encima del mostrador.

Junto al resto de clientes, Ranma salió deprisa del lugar, mientras el cuarteto iniciaba su pelea.

*****

Ranma entró en casa de los Tendo reflexionando sobre lo que acababa de pasar en la crepería de Ukyo. ¿Nabiki le había organizado un encuentro sexual con Kuno? ¿Pero de qué diablos iba esa tía? ¿Hasta ahí iba su adoración al dinero? Y menos mal que no le cobraba por acostarse con ella (aunque, en ese caso, sería para preguntarse quién debería pagar a quién). Pero cuando la encontrara le iba a pedir muchas explicaciones, vaya que sí.

El joven entró en la sala de estar y se encontró con que Akane aparecía por la otra puerta.

-Hola-saludó él.

-Hola...-dijo ella con la mirada baja.

-¿Ya ha vuelto Nabiki de la academia de refuerzo?

Akane le miró fija y seriamente.

-¿Por qué quieres saberlo?

-Pues, por nada-respondió Ranma sin saber qué contestarle.

-¿Te han entrado ganas de follar un poco?

Ranma se quedó sin palabras ante esa frase que había salido de la boca de Akane.

-¿Te lo ha contado Nabiki?-preguntó intentando no intimidarse.

-No, ella no me ha contado nada. ¿Te crees que soy estúpida, y que no me doy cuenta de las cosas?-se le acercó con furia-Sé que tú y mi querida hermanita os lo montáis desde hace tiempo.

Ranma trató de imponerse.

-¿Y qué? Yo no tengo por qué justificarme ante ti-dijo-. ¿Acaso crees que tienes algún derecho sobre las cosas que hago? Además, tú ayer te fuiste a un hotel con Ryoga, ¿o es que se te ha olvidado?

Akane golpeó con violencia la cara de Ranma con la palma de su mano derecha.

-¡Imbécil!-exclamó la muchacha- Ryoga y yo no hicimos nada. Yo no pude hacer nada. ¿Te enteras?

Akane salió rápidamente por donde había entrado Ranma, y se oyó un gran portazo proveniente de la puerta de entrada.

Ranma se había quedado atónito e inmóvil. Sin saber qué hacer a continuación, decidió que de momento lo mejor era volver a su estado normal.

Entró en la cocina, donde vio a Kasumi lavando platos.

-Kasumi, ¿me dejas un momento el agua caliente?-le preguntó.

-Claro que sí.

La joven se apartó y Ranma mojó sus manos en el chorro que salía del grifo. Al momento recuperó su apariencia masculina. Se las secó con un trapo.

-Oye, Ranma, ¿es cierto que te has acostado con Nabiki?-preguntó Kasumi.

Ranma la miró.

-¿Nos has oído hablar, a Akane y a mí?

-Gritabais tanto que no he podido evitarlo.

Ninguno de los dos habló por unos momentos.

-Ven, vamos a bajar la hinchazón de tu cara-dijo Kasumi sonriente-. Esa torta que te ha dado Akane debe haber sonado en toda la casa.

Al poco rato ambos estaban en el comedor, sentados en el suelo junto a la mesa en que solía comer toda la familia, encima de la cual había un botiquín. Kasumi pasaba algodón por encima del enrojecido carrillo de Ranma.

-Estoy confundido, Kasumi-dijo el muchacho-. No sé qué hacer. ¿He de pensar que Akane en realidad me quiere, después de lo mal que se comporta conmigo?

-Hay algunas chicas que esconden sus verdaderos sentimientos detrás de un carácter violento, o de una actitud de rechazo, por miedo a parecer vulnerables...

Kasumi bajó la cabeza y perdió la sonrisa, y Ranma vio que le asomaban las lágrimas.

-¿Ocurre algo, Kasumi?-le preguntó.

-Nada- dijo ella pasándose las manos por los ojos-. Me he acordado de algo...

-Ojalá Akane fuera tan sensible como tú, y tan amable. No, ojalá fueses tú mi prometida.

Ranma se tapó la boca inmediatamente con la mano. Quizá había hablado demasiado.

Kasumi primero le miró sorprendida por aquella frase, y luego sonrió. Con estupor, Ranma se vio abrazado por la mayor de las Tendo.

-Eres muy dulce cuando quieres...-dijo ella.

A Ranma le resultó agradable el calor del cuerpo de Kasumi y, sin darse cuenta, sus brazos también la rodearon. Se sintió protegido, como si de hecho ella fuera una verdadera hermana mayor. Un pensamiento pasó por su mente. ¿Y si Kasumi fuera...? Pero entonces la oyó sollozar.

-Kasumi, ¿qué es lo que ocurre?-le preguntó mirándose los dos a la cara. Le pasó los dedos por debajo de los ojos-El Dr. Tofu tiene algo que ver, ¿no es así?

-Sí. él me ha propuesto que, bueno, que hagamos el amor-respondió la joven bajando la cabeza. Le miró-. Yo le quiero, Ranma, y en lo más profundo de mi ser deseo hacerlo, pero hay algo que me lo impide. Tengo miedo de parecerle una chica débil, una chica de la que puede hacer lo que quiera. Dime, ¿qué harías tú para superar eso?

-Pues, no sé-dijo el joven, nervioso ante aquella pregunta-. Tal vez tendrías que hacerlo primero con una persona que apreciaras y con la que no te sintieses en ese nivel de inferioridad, e incluso con la que te sintieras superior. Es posible que luego tendrías más seguridad en ti misma.

Ranma habló sin reparar en lo que decía, como si pensara en voz alta. Pero entonces se dio cuenta y se puso colorado.

-¿Una persona como tú?

Kasumi juntó sus labios con los de él, poniendo la palma de su mano sobre la mejilla del muchacho. Ranma se sorprendió, mirando los ojos cerrados de la joven. Ella se apartó. Sonreía, con aquella expresión maternal que siempre le dedicaba.

-Siempre te estoy echando una mano con los deberes y los estudios-dijo mientras pasaba su mano entre el flequillo de Ranma-. Pero esta vez soy yo quien te necesita a ti. ¿Me ayudarías a superar mi problema?

-Yo... De acuerdo. Si es lo que deseas-contestó Ranma mirándola fijamente-. Procuraré hacerlo bien.

Se besaron de nuevo mientras se abrazaban. Kasumi se estiró en el suelo sobre su espalda, con Ranma encima de ella. él besó su cuello, posando sus manos sobre los pechos, pero encontró una dificultad: no sabía cómo quitarle ese vestido de falda larga que vestía.

-Un momento-dijo Kasumi, advirtiendo la situación. Se incorporó.

Mientras se deshacía del vestido, Ranma se había puesto de rodillas y la contemplaba nervioso y enrojecido, sin apartar la vista de ella. Se preguntó por qué diablos se estaba comportando como si aquella fuera su primera vez.

Una vez en ropa interior, Kasumi volvió a yacer sobre el suelo, y la seductora y tentadora belleza de la joven atrajo como un imán a Ranma. Este subió las copas del sujetador y los pechos se mostraron ante él, aplastados por la gravedad y con los pezones erectos apuntando al techo. Ranma se metió el izquierdo en la boca, y su lengua empezó a moverse rápidamente en círculo rodeándolo y doblándolo. Succionó haciendo un ruido.

-Mmmmh... Aaaah...-escapó de entre los labios de Kasumi.

Miró a Ranma. Este rodeaba con las dos manos el pecho izquierdo, mientras tenía los párpados apretados.

-Tranquilo, Ranma-dijo con una pequeña sonrisa mientras le acariciaba el pelo-. Tendría que ser yo la nerviosa.

Ranma abrió los ojos y la miró.

-Pero te gusta que me comporte así, ¿verdad?-dijo sonriéndole.

Kasumi no respondió, con una sonrisa de complicidad.

Mientras seguía dedicándose al seno de la joven, Ranma bajó su mano derecha y la introdujo dentro de las bragas. Sus dedos pasaron por encima del vello púbico y entraron en contacto con la vulva de Kasumi. La acariciaron generosamente, y, sin quererlo, se escurrieron dentro.

-¡Ops!

-Ah...

Ranma se llevó a la boca esos dedos empapados del jugo del amor de la joven.

-Kasumi, ¿me dejas echarle un buen vistazo a tu cosita?

-Bueno, si tú me dejas ver la tuya.

Ambos se desvistieron del todo. Ranma miró fascinado a aquella chica desnuda que había ante él. ¿Realmente era Kasumi? Esa sonrisa, ese pelo recogido en lazo y caído sobre su hombro...Sí, era ella de verdad. La fascinación del muchacho comenzó a convertirse en lujuria.

Ranma se tumbó en el suelo, y Kasumi colocó su vulva ante la cara de él, mientras el pene empinado del joven se alzaba delante de la suya. La lengua de Ranma inició su movimiento entre los labios genitales, en desplazamientos rápidos y nerviosos. Entonces sintió su miembro rodeado por el calor de la boca de Kasumi.

-¡Kasumi! ¿Qué haces?-exclamó.

-¿Qué? ¿No te gusta?-preguntó ella volviendo la cabeza hacia atrás.

-No, no es eso, es que...Me sorprendes.

Kasumi regresó a lo que estaba haciendo, e inició el movimiento de la cabeza, haciendo entrar y salir el pene de su boca rítmicamente, al tiempo que lo hacía pasar por encima de su lengua, la cual también se iba moviendo a su alrededor.

Ranma no pudo concentrarse en su acción sobre la vulva de ella, dejándose llevar por las sacudidas de placer que sentía, lo cual no pareció importar a Kasumi.

-Kasumi, creo que no voy a resistir mucho más, yo...¡Uuuuuh!

La joven abrió los ojos: Ranma se había corrido en su boca. Subió la cabeza, sacando el pene fuera. Una línea de esperma se formó entre la punta del miembro y los labios de la muchacha.

Esta se quitó de encima de Ranma, y cogió de nuevo su pene. él se incorporó, observando lo que estaba haciendo ahora.

-Aún, no hemos terminado, Ranma...

El joven vio como ella empezaba a frotar el miembro, mientras lamía el glande. Kasumi sonrió, cuando por fin contempló la formación de una nueva erección.

Ranma continuó dejando que ella fuera la que llevase la batuta. Si disfrutaba así, no iba a negárselo. Volvió a ponerse tumbado cuando Kasumi se colocó sobre su pubis. No supo decir si aquella primera penetración le habría dolido a la mayor de las Tendo, pues la expresión que mostró le pareció muy ambigua. Sin duda, su rostro no estaba hecho para reflejar dolor.

Kasumi apoyaba sus manos sobre el pecho de Ranma mientras se iba moviendo. Sus senos subían y bajaban ante la vista del joven, quien no puso reparos en situar las manos sobre ellos, acariciándolos haciendo círculos. Sin dejar de agitarse, cada vez más rápido, Kasumi se inclinó hacia delante para besarse con Ranma entre sus aceleradas respiraciones, mientras él posaba sus manos sobre las nalgas de ella. Kasumi gimió, y alcanzó el orgasmo.

-Kasumi, Kasumi...

Esta se alzó sacándose de dentro el miembro del muchacho, lo agarró y el semen cayó sobre los estómagos de ambos.

Kasumi besó a un Ranma sin fuerzas.

-Ha sido maravilloso-le dijo-. Gracias.

Ranma la miró con la boca medio abierta.

Kasumi se puso de pie y se desperezó. Se vistió rápidamente, con una sonrisa de felicidad. Ranma se puso sentado.

-Te vas a ver al Dr. Tofu, ¿verdad?-le dijo con una sonrisa.

-Pues, sólo te digo que es posible que llegue tarde para hacer la cena. Creo que hoy tendréis que arreglároslas sin mí. Gracias de nuevo por tu ayuda, Ranma. Mañana para el instituto te pondré tu comida favorita.

-No es necesario que te molestes. Ha sido todo un placer ayudarte.

-Pervertido...

Kasumi le dedicó una última sonrisa, y salió de la sala.

Una bocanada de aire salió de la boca de Ranma, y se rascó el flequillo. Aquella deliciosa clase de sexo le había acabado de subir los ánimos, aunque quizá se sentía un poco utilizado. Bueno, qué más daba, Kasumi siempre le ayudaba en los estudios, pues era lógico que él también le ofreciera su ayuda en algo. Se le formó una sonrisa idiota recordando lo que había ocurrido hacía unos momentos. Pero pensar en ello le hizo acordarse de Nabiki, y en la historia en que le había metido con Kuno. No obstante, antes que nada tenía que comprobar algo, así que, después de vestirse, se dirigió a la cocina. No le decepcionó mucho el hecho que continuara convirtiéndose en chica con el agua fría. Kasumi ya tenía a su pareja, al fin y al cabo. Después de mojarse con el agua caliente, consultó el reloj de pared: a esa hora Nabiki ya tendría que haber vuelto de la academia de refuerzo. ¿Tal vez le había pillado haciéndolo con Kasumi, y había decidido volver más tarde? Ranma suspiró: Ya se veía pagándole para que no se fuera de la lengua. Decidido, se dirigió al exterior con intención de ver si daba con ella y, nada más salir al jardín, se encontró a la segunda de las Tendo, con su cartera en la mano, un tanto sorprendida por el ímpetu del muchacho.

-Eh, Ranma, ¿a dónde vas tan deprisa?-le preguntó mientras pasaba por su lado, entrando en la casa.

él la siguió.

-¿Has llegado ahora?-le preguntó al tiempo que pasaban a la sala de estar.

-Sí, claro, ¿no lo ves?-respondió ella extrañada por esa pregunta-Me he entretenido un poco con unas colegas de la academia. ¿Por qué? ¿Te hubiera sorprendido haciendo algo censurable si llego a venir antes?

Ranma no respondió. Nabiki sonrió al ver su rostro colorado.

-Eso no viene al caso-exclamó el joven. Se puso serio-. Y aclárame una cosa: ¿qué es eso que me ha dicho Kuno que has organizado una noche de amor entre él y la chica de la trenza?

-Ah, vaya, ¿ya te has enterado?-dijo Nabiki sin alterarse-Sólo es un pequeño favor que me gustaría que me hicieses...

Sonriendo, le guiñó un ojo, ante la desconfianza del muchacho.

Miércoles.

-¿Akane ya se ha marchado?-preguntó Ranma a Kasumi mientras se sentaba a desayunar.

-No, ahora viene-respondió.

-Por cierto, se te ve más radiante que los demás días, Kasumi-le dijo Ranma contento-. ¿Ya has solucionado tus problemas con el Dr. Tofu?

-No hagas preguntas indiscretas-contestó amablemente, empujando la frente de Ranma con la punta del dedo índice.

Akane entró en la sala con rostro serio, ya vestida con el uniforme y llevando su cartera.

-Ranma, te espero fuera, no tardes-dijo, y salió.

Kasumi y Ranma, turbados, la vieron marcharse.

-Veo que Akane ya vuelve a hablarte-dijo la primera con optimismo-. Me alegro. No es bueno que estéis peleados.

Recogió los tazones vacíos y marchó a la cocina. Ranma desayunó con prisa, preguntándose a qué se debía el cambio de actitud de Akane.

Momentos después se reunía con ella, e iniciaban el camino al instituto. Ranma respiró profundamente y se decidió a hablar.

-Oye, Ranma, respecto a lo que hablamos ayer-se adelantó Akane-, tienes razón. No tienes por qué darme ninguna explicación de lo que haces. Al fin y al cabo, si estamos prometidos es por culpa de nuestros padres.

Ranma escuchaba eso perplejo.

-¿Lo dices en serio?- preguntó.

-Por supuesto. Y yo tampoco tengo que contarte nada de lo que haga o no con Ryoga. Sólo es asunto mío y de él.

El tono desafiante que se notó en la voz de Akane molestó a Ranma.

-Muy bien, yo esta tarde salgo con Ukyo, y es posible que acabe acostándome con ella, ¿qué te parece?

-Me parece excelente-exclamó Akane dibujándose una sonrisa en su rostro serio-. Espero que te haga sentir en el paraíso.

La joven se avanzó con paso rápido, juntándose con otras chicas que había más adelante.

En ese momento Ranma tuvo definitivamente claro que Akane no era la mujer que buscaba. Durante la tarde y la noche pasadas estuvo pensando en lo que se habían dicho, y que había sido demasiado duro con ella. Decidió que lo mejor sería hablar con la joven sobre la relación entre los dos, de puntualizar lo que sentían el uno por el otro, sobre los pros y los contras de comprobar si el destino iba a unir sus vidas bajo el poder del amor...Pero Akane le acababa de dejar ver de forma rotunda que no estaba interesada en él y que lo que quería era ir con Ryoga. Pues muy bien, sin ningún problema. él también se buscaría por su lado su novia definitiva.

****

-Eh, Ranma-exclamó Ukyo saludando con el brazo y formando una sonrisa alegre.

Ranma llegó junto a ella, reuniéndose ambos ante la crepería.

-Hola, ¿he tardado mucho?-preguntó él con la respiración un poco agitada.

-No, no mucho-respondió la joven cocinera-. ¿Vamos?

-Vamos.

La pareja inició su itinerario. Ranma había disimulado su sorpresa al contemplar el desenvuelto atuendo que vestía su amiga: pantalones tejanos, blusa blanca y jersey sobre sus hombros, con las mangas atadas entre sí sobre el pecho. Ni siquiera llevaba su pala a la espalda. Incluso diría que...¿Se había maquillado?

-¿Ocurre algo?- preguntó ella.

-No, nada-respondió Ranma desviando la mirada de la joven- ¿A dónde vamos?

-Eso te pregunto yo. ¿Adónde te gustaría ir?

-Ayer hablamos del parque de atracciones. ¿Qué te parece?

-Mmm, perfecto-contestó Ukyo entusiasmada-. Desde que vivo aquí no he ido más de una vez y ha pasado tiempo desde entonces. Adelante.

Ranma y Ukyo pasaron una tarde entretenida en el parque de atracciones. La montaña rusa, los autos de choque, el tren del terror, el algodón de azúcar, un oso panda de peluche que ganó Ranma para Ukyo...

-Me lo he pasado muy bien esta tarde-dijo Ranma sonriente.

-Me alegro mucho-contestó Ukyo-. Ya era hora que te distrajeras un poco y dejases de pensar por un momento en la maldición y todo eso. ¿Y sabes? Yo también he disfrutado.

Juntos, salieron del recinto. A sus espaldas, dibujadas sobre el cielo nocturno, las luces del parque de atracciones se iban alejando, con la gran noria moviéndose lentamente y la música característica del lugar apagándose en la distancia.

-Bueno, ha llegado el momento de la gran decisión-dijo Ukyo seria-. ¿Dónde cenamos?

-Buena pregunta. Creo que no tendríamos que haber dejado la elección para el último momento.

-¿Conoces algún lugar que esté bien?

-¿Algún lugar que esté bien? Lo cierto es que aquí únicamente he comido en tu crepería y en el restaurante de Shampoo.

-Pues yo no tengo mayores conocimientos que tú-Ukyo hizo una pausa-. ¿Y si vamos al restaurante de Shampoo? Quiero ver con mis propios ojos lo de que ella y Mousse están juntos. Eso es un espectáculo digno de verse.

-Algo de razón sí que tienes-dijo Ranma pensándolo bien.

La pareja llegó al lugar elegido y entraron.

-Buenas noches, bienvenidos-saludó una risueña Shampoo, quien estaba pasando una bayeta por encima de una mesa-. Ah, Ranma, hola, nunca te había visto por aquí a esta hora.

-Sí, esta tarde he querido hacer algo diferente a todos los días-explicó este, a la vez que él y Ukyo se sentaban en una mesa cercana a la barra, lugar donde se encontraba Cologne-. Buenas noches, abuela.

-Buenas noches, futuro yer...No, quiero decir, buenas noches, Ranma.

-Mi bisabuela aún no se ha acostumbrado a que ahora esté con Mousse-dijo Shampoo sonriendo festivamente-. Es divertido.

-¿Le sabe mal, abuela?-preguntó Ranma.

-Ehm, no especialmente-respondió Cologne con un tanto de nerviosismo-. Si Shampoo es feliz no tengo nada que objetar.

Desvió la mirada de ellos.

-Bueno, Ranma, no nos has presentado a tu acompañante-dijo Shampoo curiosa, poniendo un vaso de agua delante de cada uno de los recién llegados-. Mi nombre es Shampoo, y tú eres...

-Soy Ukyo, claro-respondió ella extrañada.

-¿Ukyo?-exclamó la joven china sorprendida-¿Qué Ukyo? ¿La Ukyo que yo conozco? ¿La de la crepería?

-La misma que viste y calza-respondió su interlocutora un poco molesta-. ¿Qué pasa? ¿No me has reconocido?

-Cualquiera te reconoce con esta nueva imagen. Estás muy guapa y elegante-Shampoo se miró a la pareja-. Ah, claro, ya entiendo.

Sonrió, y entregó las cartas con el menú.

Después de una amena cena, Ranma y Ukyo se dispusieron a irse.

-Voy un momento al lavabo-dijo esta última, y marchó al lugar indicado. 

-Gracias por la comida, Shampoo-dijo Ranma mientras pagaba su parte. Ukyo había dejado muy claro que no permitiría que la invitase.

-No hay de qué. Por cierto, ¿ya has dado con la mujer de tu vida?

-No, todavía no. Creo que va a pasar mucho tiempo antes que la encuentre.

-Bueno, quizá está más cerca de lo que piensas...

-Eh, Ranma, ¿nos vamos?-dijo Ukyo de regreso.

-Sí. Venga, buenas noches, Shampoo, abuela-se despidió el muchacho mientras los dos se dirigían a la salida.

-Buenas noches-también dijo Ukyo.

-Buenas noches-contestó Shampoo-. Y suerte.

Mientras se iban, tanto Ranma como Ukyo se sintieron aludidos por esa última frase.

Durante el camino de regreso, fueron haciendo los últimos comentarios sobre su tarde en el parque de atracciones, y alguno que otro sobre la vida de instituto. Llegaron junto a la crepería.

-He pasado una tarde estupenda-dijo Ranma contento-. Es una gran suerte poder contar siempre contigo.

-Gracias. Esto, Ranma...¿Te apetecería subir un rato?-preguntó Ukyo con cierto apuro.

Esa propuesta le vino de sorpresa al joven.

-Mejor que no-consultó su reloj-. Ya va a pasar mi toque de queda, y mi padre se va a enfadar si me retraso más.

-Vaya, yo no tengo ese problema-dijo Ukyo formando un simulacro de sonrisa-. Como vivo sola no tengo que preocuparme.

-Qué suerte-suspiró Ranma.

-Bien, entonces nos vemos mañana en el instituto.

-Sí, eso, hasta mañana-exclamó el muchacho con entusiasmo, mientras se iba con paso rápido, casi corriendo-. Nos vemos.

-Nos vemos...

Con una mirada triste, Ukyo vio alejarse a Ranma. Cerró los ojos, y estrechó en sus brazos el panda de peluche.

Ranma caminaba con una sensación de confusión. Siempre había visto a Ukyo como su amiga de la infancia y de más confianza, con quien siempre se encontraba a gusto charlando o practicando artes marciales. Pero esa tarde se había sentido mucho más unido a ella que eso, lo cual le había dado miedo. De momento trató de no pensar en ello y centrarse en lo de esa noche: su cita con Kuno.

****

-Amo Kuno, la chica de la trenza ha llegado-anunció Shanosuke presentándose en el dormitorio del mencionado.

Este, vestido con una bata de seda, se levantó de su cama y guardó a toda prisa un libro de sexualidad.

-Muy bien, hazla pasar.

Shanosuke salió y entró la chica de la trenza, llevando una bolsa de mano. Se la veía nerviosa. Mientras, Shanosuke cerró la puerta.

-Bienvenida, chica de la trenza-dijo Kuno con rostro satisfecho.

-Hola, querido Kuno.

-Me alegro de que por fin hayas dado paso a tus sentimientos y reconozcas que me amas.

-Sí, me he dado cuenta que no podía seguir por más tiempo este tira y afloja. Te quiero, Kuno.

-Yo también te quiero, chica de la trenza. Ven...

Kuno la cogió delicadamente de la mano para ir con ella a la cama, pero ella no avanzó.

-Un momento-dijo-. Antes que nada me gustaría ponerme cómoda. ¿Dónde podría cambiarme?

-Hay un cuarto de baño al final del pasillo.

-Gracias, ahora vuelvo-dijo seductoramente, mientras abría la puerta-. Una cosa: ¿Podrías bajar un poco la luz de la habitación? Soy algo vergonzosa y así me sentiría mejor.

-Sí, claro-Kuno movió la rueda de control de la intensidad de la luz-. ¿Te parece bien así?

-Sí, así, gracias.

La chica de la trenza le mandó un beso y salió de la alcoba, cerrando la puerta detrás de ella.

Kuno saltó de alegría. Nervioso, consideró que vestir la bata que llevaba puesta le daba un aspecto demasiado pedante y se la quitó, quedándose en ropa interior. Comprobó por enésima vez que los condones estuvieran encima de la mesita de noche y se sentó en la cama, delante de la puerta, con gran impaciencia.

La chica de la trenza entró de nuevo, y Kuno se quedó admirado. Su preciosa figura estaba cubierta por un camisón escotado y corto, de color blanco.

-¿Estoy bien?-preguntó ella con timidez.

-Estás muy atractiva y seductora-respondió Kuno sin salir de su fascinación.

La chica de la trenza avanzó hacia él y se sentó a su lado.

-Estoy un poco nerviosa-dijo con las manos entre sus muslos, sin mirar a Kuno.

-Tranquila, no ocurre nada-habló este, colocando suavemente su mano sobre el cuello de la muchacha. Ella volvió la cabeza hacia él-. Es normal, yo también estoy nervioso.

-¿Es tu primera vez?

-¿Mi primera vez? Pues...No, qué va-exclamó Kuno como si hubiera dicho una barbaridad-. Yo ya tengo mucha experiencia. Lo he hecho miles de veces, millones de veces. Con todas las estudiantes de mi instituto.

La chica de la trenza sonrió.

-Kuno, cómo te quiero.

Inesperadamente para el joven, le besó. Kuno sintió como ella empujaba contra él, haciendo que cayera sobre la cama, con la muchacha encima.

-Deseo hacerte feliz, querido Kuno-susurró la chica de la trenza-. ¿Me dejas?

-Por supuesto.

La chica de la trenza levantó la camiseta del muchacho y besó y lamió su torso, centrándose poco a poco en los pezones. Al mismo tiempo, su mano derecha se había posado sobre los calzoncillos, y agarraba el pene erecto por encima de la tela. Lentamente fue bajando sin dejar de usar la lengua, hasta llegar a la altura del miembro, el cual dejó al descubierto con suavidad. Lo cogió con una mano y con placer hizo que sus labios y su lengua entraran en contacto con el glande.

Todo aquello era la gloria para Kuno. No le hubiera importado permanecer en esa situación toda la eternidad.

-Qué bien lo haces, chica de la trenza-dijo mientras la contemplaba-. ¡Ah!

Ella hacía entrar el órgano dentro y fuera de su boca, mientras iba succionando. Parecía que también disfrutaba con aquello: al principio lo hacía de un modo lento, y ahora los movimientos eran, digamos, más salvajes. En cierto momento se detuvo, y se quitó el pene de la boca, sin soltarlo. Kuno la miró extrañado e insatisfecho, pero sin atreverse a preguntar por qué había parado. Ella le sonreía excitada, y el joven vio como se bajaba los tirantes del camisón y dejaba descubiertos sus senos.

-¿Quieres que continúe con mis pechos?

-Oh, sí, por favor.

La chica de la trenza situó el pene de Kuno entre sus senos y los presionó con las manos con el fin de que rodearan el órgano. La sensación que sintió el kendoka le pareció maravillosa, y más aún cuando la chica empezó a friccionar arriba y abajo. Ella sacó la lengua y empezó a lamer la punta del órgano. Al cabo de unos momentos el semen salió disparado hacia arriba, y cayó sobre la cara de la joven.

-Qué malo eres, Kuno-dijo dulcemente-. Me has puesto perdida.

Se puso de pie, y se acabó de quitar el camisón. A continuación hizo lo mismo con las bragas. Entonces se tumbó en la cama, las piernas separadas.

-Estoy lista para ti, cariño-susurró.

Kuno no necesitó nada más.

-Un momento, condones-exclamó, y fue a coger de la caja de la mesita de noche.

-No te preocupes-dijo la chica de la trenza deteniéndolo-. Yo tomo la píldora. Deseo sentirte sin nada en medio.

-Bien, de acuerdo...

Kuno se quitó la camiseta, y, colocándose sobre la joven, entró en ella con facilidad.

-Uah, qué sensación-exclamó él-. No, quiero decir, qué bien volver a notar esta sensación. ¿Ya te he dicho que lo he hecho millones de veces?

-Sí, tranquilo...

La chica de la trenza le abrazó amorosamente, y Kuno inició el vaivén de entrada y salida.

-Oh, así, Kuno, así, no pares...

Kuno se corrió como nunca, y se sintió feliz al descubrir el rostro de bienestar de su compañera. Se quedó encima de ella, no deseando cambiarse por nadie.

-Ha sido fantástico, chica de la trenza- dijo. La miró a los ojos-. Por cierto, ¿cuál es tu nombre?

-Bueno, ha llegado el momento más difícil-contestó ella seria.

Kuno la miró sin entender. A continuación la muchacha cogió su melena pelirroja y se la quitó, dejando al descubierto un pelo castaño y corto.

-¡Na-Na-Na-Nabiki!-exclamó Kuno estupefacto, levantándose de encima de ella- ¿Eres tú la chica de la trenza?

-No, tonto, me he hecho pasar por ella.

-Pero, no lo entiendo, entonces, ¿me habéis engañado? ¿Por qué?

-Porque te quiero, y siempre te he querido-respondió Nabiki. Se incorporó y trató de explicarse lo mejor posible-. Empecé consiguiéndote fotos de chicas para estar a tu lado y lograr que te fijaras en mí, pero nunca he podido eclipsar tu obsesión por Akane y la chica de la trenza. Entonces he pensado en esta última opción, que tanto podía llevarme a la victoria como al fracaso-las lágrimas se asomaron en sus ojos, algo que Kuno nunca hubiese esperado ver en ella-. No era mi intención engañarte, pero a lo mejor, si lo hacíamos, veías mi interior, una chica que también tiene sentimientos, y no la fría materialista en que me he acabado convirtiendo.

Nabiki no le sostenía la mirada, con la cabeza baja. Pasaron unos instantes, que a ella le parecieron eternos. Entonces sintió la mano de Kuno levantándole la barbilla, haciendo que se miraran a los ojos.

-Tú sí que eres mala, Nabiki-dijo él sonriendo.

Nabiki también sonrió, y se besaron.

****

Ranma se estremeció sólo de pensar que algo hubiese fallado y Nabiki no hubiera podido cambiarse por él. El muchacho, transformado en chica, había llegado a la mansión de Kuno de acuerdo con el plan que había elaborado la segunda de las Tendo, quien había entrado en la casa a escondidas detrás de Ranma, cuando la puerta automática se abrió, ocultándose en unos arbustos del jardín. Luego, en el momento en que el joven había salido de la habitación de Kuno con el motivo de ponerse algo más cómodo, Nabiki ya le esperaba junto a la puerta, y se puso el camisón en el lugar que le indicó Ranma. Después la muchacha entró en el dormitorio de su amado, resguardada por la tenue luz de la habitación que Ranma había pedido a Kuno que dejara, y la peluca pelirroja y recogida en trenza que se había puesto.

Aún bajo su apariencia femenina, Ranma se dispuso a salir de la mansión. No le había sabido mal hacerle ese favor a Nabiki, y no pudo evitar desear que todo le saliera bien. En eso estaba pensando, cuando notó un ligero mal de cabeza. Vio que la vista se le nublaba, y cayó al suelo sin sentido.

Cuando Ranma despertó, se sintió mareado y se preguntó dónde se encontraba. Parecía que estaba estirado encima de una cama, en un dormitorio de decoración exquisitamente femenina. Sorprendido, vio que su cuerpo de mujer estaba completamente desnudo. Trató de levantarse, pero las fuerzas le fallaban.

-Hola, querida chica de la trenza.

Ranma miró hacia enfrente de la cama, y se encontró con una sonriente Kodachi, sentada en una silla con las piernas cruzadas y también desnuda.

-Kodachi. ¿Qué hago aquí? ¿Qué es lo que me ocurre?-inquirió Ranma. Trató de levantarse de nuevo, pero con el resultado de antes.

-Tranquila. Te he hecho respirar un narcótico que hace perder los sentidos durante unos minutos, y relaja los músculos durante unos cuantos más.

-¿Pero por qué? ¿Qué es lo que quieres?

-Pues verás- Kodachi se levantó de la silla y se sentó en un lado de la cama, junto a Ranma, mirándole a la cara-, ¿te acuerdas que hace unos días te di un beso en la boca? Ese es el “Beso de la Rosa Negra”, mi señal para indicar a la persona que he elegido para follar en breve.

-¿Qué?-exclamó Ranma sin acabar de creérselo.

-Sí, y tú eres la afortunada de esta noche. Toda una suerte que te hayas pasado por mi casa.

-¿Y le has dado a mucha gente el “Beso de la Rosa Negra”?-preguntó el otro con curiosidad.

-Eh, bueno, la verdad es que tú eres la primera persona-respondió Kodachi dirigiendo la vista hacia otro lado-. Pero eso ahora no viene a cuento.

La joven se tumbó sobre Ranma, mirándose a los ojos. Los pechos de la hermana de Kuno se prensaron contra los suyos, tocándose los pezones, una sensación que a Ranma no le pareció desagradable, sino todo lo contrario. Kodachi le besó dulcemente, y su lengua se hizo paso fácilmente entre los labios de la supuesta chica, quien no hizo nada para evitarlo.

-Parece que te gusta, ¿eh?-dijo Kodachi cuando apartó la boca-. Esto es sólo el aperitivo. Ahora vienen los entrantes. 

Ranma vio como ahora Kodachi se encargaba de lamer y chupar sus pezones mientras manoseaba los senos. El muchacho jamás se hubiera imaginado que llegaría a experimentar aquellas sensaciones tan placenteras que sentía en esos momentos, y mucho menos recibidas por parte de otra persona. él nunca se había masturbado con el cuerpo de chica, por considerar algo asqueroso y repulsivo aprovecharse así de su problema. Su primera intención había sido intentar escapar de las garras de Kodachi (no necesitaba comprobar nada para estar seguro que ella no era su media naranja), pero se acordó del narcótico que le impedía moverse y pensó que sería inútil. No vio más remedio que seguirle el juego, un juego que sin quererlo estaba empezando a gustarle.

-Tienes un coñito bien hermoso, chica de la trenza-dijo Kodachi con su cara a pocos centímetros de la parte íntima de Ranma, mirándola fijamente-. Una auténtica obra de arte. Para pensar que nunca te lo has tocado.

Ranma no respondió nada ni pensaba nada, sólo sentía calor y excitación por todo su cuerpo femenino, concentrados en la zona que contemplaba Kodachi.

-Vamos a ver a qué sabe-dijo esta.

Abrió suavemente la vulva de Ranma chica y comenzó a dar lametones sobre y entre los pliegues tocando de paso el clítoris, al tiempo que su saliva se mezclaba con las secreciones vaginales. Ranma fue sintiendo cómo el hormigueo del placer subía cada vez con mayor intensidad, hasta que finalmente oyó gemir a su voz femenina potentemente. Abrió los ojos, aún sin reaccionar.

-Qué salida vas, chica de la trenza-dijo Kodachi mientras se pasaba la mano por la boca-. Y ahora... El plato fuerte.

Ranma se espantó al ver que la joven sacaba de un cajón un consolador, el cual tenía dos falos, uno a cada lado.

-No te asustes-dijo Kodachi-, verás como te gusta. Lo he comprado especialmente para esta ocasión, así que no me harás el feo de rechazarlo, ¿verdad?

La hermana de Kuno se introdujo uno de los falos entre las piernas, cerrando los ojos y dejando escapar un pequeño gruñido, ante la mirada expectante de Ranma. Entonces se puso de rodillas entre los muslos femeninos de él.

-Iré despacio para que no te duela mucho. Tú relájate y disfruta.

Ranma cerró los ojos. Tal vez, como no era virgen como chico, también lo había dejado de ser como chica. Y si no...

-¡Aah! ¡Aaah!-exclamó cuando su himen fue roto. Sangró.

Kodachi le dio un beso en los labios y lamió la lágrima que había escapado de uno de sus ojos. El consolador fue entrando y saliendo de las vaginas, intensificando las dos chicas (?) sus movimientos. A Ranma le resultó curiosa la vulnerabilidad que había en la expresión de Kodachi (cejas curvadas hacia arriba, ojos cerrados, mejillas encendidas, boca abierta), ante el semblante de soberbia que siempre le había visto. Ella también era un ser humano, después de todo.

Eso fue lo último que pasó por la mente de Ranma. Ahora ya no podía pensar en nada, y menos en detenerse, únicamente deseaba sentir más placer, alcanzar el máximo posible. Abrazó a Kodachi, y sus gemidos se unieron a los de ella. Una sensación de éxtasis le invadió, y vio una intensa luz blanca. Su cabeza cayó a un lado sobre la almohada.

****

Ranma abrió los ojos y vio junto a la cama a Kodachi, de pie y ahora vestida con un pijama.

-¿Qué ha pasado?-preguntó él.

-Has estado desmayada durante unos momentos, chica de la trenza-contestó Kodachi-. ¿Te encuentras bien?

-Sí, sí...-dijo Ranma sentándose. Vio que el cuerpo ya le respondía.

-Eres una verdadera salvaje en la cama. Creo que voy a envidiar a la persona que te tire el lazo.

Ranma estaba demasiado aturdido para decir nada, y se limitó a levantarse y a vestirse. Mientras, Kodachi se sentó en el lecho.

-Bueno, ahora mi siguiente objetivo es Ranma Saotome-dijo pensando en voz alta. Ranma le dirigió la mirada-. Tendría que haber sido el primero, pero en fin...Aunque pensándolo bien, tal vez me limite sólo a las chicas-sonrió decidida-. Sí, creo que me has hecho ver mi verdadera inclinación sexual, chica de la trenza.

-Me alegro mucho...-dijo Ranma con el pelo cubierto de gotas de sudor. Se acabó de vestir.

-Cuando decida tener pareja estable, espero encontrar una compañera que no le importe seguir tus mismas aficiones. Me han gustado mucho.

-¿A qué te refieres?

-Pues a eso, a ir sin sostén y llevar calzoncillos en vez de bragas-exclamó Kodachi sonriendo con los ojos cerrados-. Muy original y cautivante.

Ranma perdió el equilibrio y casi se cayó al suelo.

****

Mientras hacía el camino de regreso a casa de los Tendo, Ranma pensó en lo que había sucedido esa noche. Concluyó que si no había recuperado su apariencia masculina una vez hubo acabado el acto con Kodachi, es que ella no era la mujer que buscaba. La verdad, tampoco se hubiera molestado en comprobarlo si lo hubiesen hecho estando él con su aspecto de chico. Otra cosa que tenía clara es que había de romper la maldición cuanto antes. Extraños pensamientos le estaban viniendo a la cabeza sobre repetir la experiencia que había vivido.